Sus vástagos trabajaban con él en la venta ambulante, la familia creció y los ingresos bajaron

La Voz de Galicia, 25-06-2010

El titular del Juzgado de Instrucción número 1 es el hombre al que Antonio Jiménez quiere convencer, no de la inocencia de sus hijos, que reconoce que alguno de ellos sí participó en la pelea en la calle del Orzán, sino de que los ponga en libertad condicional a la espera de juicio. El patriarca estaría dispuesto a asumir una fianza.

Antonio Jiménez también lamenta el retraso del Instituto de Medicina Legal, que todavía no envió el informe forense al juzgado de las lesiones de los dos porteros supuestamente agredidos. Rubén, que es un joven amigo de los encarcelados y que acompaña a Jiménez en sus vigilias frente al juzgado, sostiene que las heridas son leves.

La familia de Antonio empieza a creer que son víctimas de racismo. «No me explico otra razón para que sigan en prisión», dice el patriarca, que sostiene que está en todo su derecho de que le den explicaciones. Para empezar, solo pide eso. «Me están comiendo la vida poco a poco. Estoy viviendo mi cárcel particular», añade. Resulta que sus cuatro hijos le ayudaban en la venta ambulante y ahora tuvo que contratar a un conductor.

Antonio Jiménez dice que no quiere escapar de la Justicia. «Un hombre ha de ser honrado y afrontar los errores. Mis hijos, si han hecho algo malo, que lo paguen, pero después de ser juzgados. Mientras, por una pelea de borrachos no se puede estar en la cárcel», sostiene Jiménez.

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