Editorial

El burka, en el centro del debate

La aprobación en el Senado, contra pronóstico, a instancias del PP y con el voto de UPN y CiU, de una moción para prohibir el burka en espacios públicos incide en el modo de proteger la dignidad e igualdad de las personas

Diario de Noticias, 24-06-2010

VUELVE el debate sobre el burka. El pleno del Senado aprobó ayer, contra todo pronóstico con los votos del PP, CiU y UPN, una moción del grupo popular que insta al Gobierno a realizar “las reformas legales y reglamentarias necesarias” para prohibir el uso del velo integral (burka o niqab) en los espacios públicos. No es un tema fácil y hay que huir de superficialidades y recetas como las que se han estado cruzando estos días con normas y anuncios en distintos municipios incluso desde el Ministerio de Justicia y los partidos políticos. En primer lugar en muchas ocasiones se confunde el caso extremo del burka, una prenda que atenta contra la dignidad de las mujeres que lo llevan, ya que las anula como personas y las invisibiliza ante la sociedad, con otros símbolos religiosos culturales como pañuelos, etcétera. Para afrontar este tema es preciso situarlo en tres ejes básicos: el espacio público y el privado, por una parte; y las diferencias culturales y religiosas y los derechos fundamentales, por la otra; y finalmente, la frontera entre la libertad y la imposición. Esto es importante no sólo para el burka islámico sino para cualquier cultura o religión. El espacio público es el ámbito donde los ciudadanos y ciudadanas conviven con sus diferencias culturales pero cumpliendo unas normas mínimas. El experto sobre interculturalidad Sami Naïr, invitado por la Cátedra Unesco, señalaba en Pamplona hace unos días la importancia de “defender el derecho a la diferencia pero sin que se transforme en diferencias de derechos”. No cabe imponer en estos espacios públicos, símbolos religiosos propios a los demás, pero quizá tampoco impedir que alguien vista de una manera u otra siempre que no se atente contra la dignidad humana, caso, el de atentar contra la dignidad, del burka. Pero también se está mezclando la libertad religiosa con algo más prosaico como la inseguridad que generan personas con el rostro cubierto o la necesidad de determinados servicios públicos de identificar al usuario en el mostrador. Argumentos que sí pueden respaldar una norma restrictiva. Además, la escuela también es un punto caliente por ser el ámbito propio de transmisión de saberes, no de creencias religiosas. Sin embargo la prohibición de usar pañuelos debería llevar consigo la retirada de otros símbolos religiosos que no se cuestionan tanto, y no sirve el argumento de que son propios de la cultura mayoritaria.

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