YA arrancó el Mundial. El acontecimiento deportivo más importante del mundo. Se celebra en Sudáfrica. Un país lleno de contrastes y que a duras penas continúa su tránsito hacia el llamado primer mundo. Curiosamente, acabo de recibir un correo de un amigo que me comenta que hay una exposición fotográfica en Bilbao, llamada Desvelos, que se expone al aire libre a lo largo de todo el paseo de Abandoibarra, entre el Guggenheim y el Euskalduna. La misma, muestra instantáneas de la fotógrafa camerunesa Angèle Etoundi Essamba y la ha organizado Casa África, una asociación que trabaja para fomentar las relaciones entre el continente africano y el Estado español. He visto varias de las fotografías que componen la colección y me han sorprendido por su fuerza, su contraste y su elegancia. Es un retrato de la mujer africana con el aderezo del tan controvertido tema del velo, objeto muy estereotipado en nuestra sociedad. Angéle ha tratado de ir más allá de todo esto, ofreciendo una visión elegante y sensual del citado binomio. Y pensándolo bien, a mí me sucede algo parecido con África. Todos tenemos una imagen del continente negro muy determinada. Safaris, tribus, hambre, enfermedades, pobreza, emigración y mucha miseria, pero África cuenta también con muchas otras vertientes que merece la pena conocer. Su fauna y flora, la abundancia de materias primas y minerales y la enorme variedad de las representaciones culturales humanas, que hacen de este rincón un verdadero oasis viviente, que funciona casi de igual manera a cómo debió funcionar todo nuestro planeta hace ya mucho tiempo. Muchas veces nos quedamos con lo que nos venden y es fundamental no conformarnos sólo con lo que nos dan. ¡Busquemos respuestas! África es el espejo en el que se refleja nuestro pasado, un inquietante presente y esperemos que un más que prometedor futuro. Un rincón en el que aún, digan lo que digan, es posible saborear la vida en plena esencia, aunque sea a pequeños sorbos.