Convicciones

Diario Sur, HÉCTOR BARBOTTA, 17-06-2010

COÍN está a punto de aprobar una ordenanza que prohíbe el uso en edificios públicos del ‘niqab’ y del ‘burka’. Como se trata de dos prendas que nadie utiliza en esa localidad, habrá que convenir que más que una norma lo que se ha dictado es una declaración de principios.

Las consecuencias prácticas de esta decisión serán, en el mejor de los casos, nulas. En el mejor de los casos, porque es posible que haya quien se sienta agredida gratuitamente y comience a cubrirse la cara simplemente por llevar la contraria. Y se habrá creado un problema donde no lo había. La única virtud de esta iniciativa – además de dar a los concejales la oportunidad de sentirse progresistas por un día – es poner de relieve la hipocresía que suele imperar en estos casos.

El uso del ‘burka’ y el ‘niqab’ es una costumbre que la mayoría de los musulmanes rechaza y que se encuentra arraigada sólo donde existe una lectura trasnochada del Corán que soemete a las mujeres. Es una práctica que no debería ser tolerada. Pero prohibirla en un sitio donde nadie la practica equivale a señalar a una comunidad entera como un peligro latente para los derechos de los demás. Seguramente la comunidad musulmana de Coín no está formada por magnates, sino por inmigrantes que han venido a buscarse la vida y un futuro para sus hijos, de modo que acusarles de hacer algo que no hacen sale gratis. En Marbella, por poner un ejemplo, a ningún joyero se le ocurriría colocar un cartel en la puerta de su tienda con la leyenda ‘prohibida la entrada a mujeres con la cara cubierta’. Correrían el riesgo de perder uno de esos días de ventas que en verano suelen salvarles el año.

La decisión del Ayuntamiento de Coín ha sido adoptada la misma semana en que el Málaga ha sido vendido a un jeque emparentado con la casa real de Qatar. Nadie ha preguntado cuáles son los derechos de las mujeres en ese país, ni si el jeque practica la poligamia, ni siquiera si será necesario levantar una pared en el palco de la Rosaleda que separe convenientemente a los aficionados en función de su sexo. La única pregunta ha sido si había traído el dinero.

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