Suráfrica 2010 | UNA JORNADA PARA EL RECUERDO | GRUPO A

En el día de Soweto

Los surafricanos lamentaron la derrota pero se emocionaron con el 34º aniversario de una matanza estudiantil La protesta de los escolares fue el germen del fin del 'apartheid'.

El Periodico, JOAN Canela, 17-06-2010

Y llegó el silencio. Por primera vez desde que empezó el Mundial callaron las vuvuzelas. La derrota de Suráfrica ante Uruguay se vivió en Soweto con especial tristeza. Aunque no por esto dejaron de animar. Hasta el último momento, en los parques para fans, se gritó, se cantó y se suspiró por un gol a última hora que sí llegó, pero en forma del tercero de los suramericanos. Solo el pitido final pudo apagar la increíble alegría con la que los surafricanos disfrutan del fútbol.

En esta ciudad integrada a Johannesburgo, que durante el apartheid se convirtió en el epicentro de la resistencia al régimen racista, la jornada había cobrado un simbolismo especial. Pero no fue porque los Bafana perdieran en su flamante estadio (se jugó en Pretoria), sino porque este fuera en un 16 de junio, cuando se celebra el inicio de la revuelta estudiantil contra el apartheid y que aquí es festivo bajo el epígrafe de Día de los Jóvenes. Una fecha que todo el mundo sospecha que no fue casual, sino elegida para apoyar a sus jugadores.

Monumento a Pieterson

El 16 de junio es el día de Soweto. En 1976 miles de sus niños y adolescentes salieron de sus escuelas para protestar contra la obligación de estudiar en afrikáans e hicieron temblar los cimientos del régimen. La policía disparó y hubo decenas de muertos. Las imágenes de un estudiante cargando el cuerpo sin vida de Héctor Pieterson, de 13 años, dieron la vuelta al mundo. Entonces no se supo, pero el apartheid empezó su cuenta atrás. En el lugar donde Pieterson fue abatido hay un monumento donde las autoridades y las asociaciones sociales van a dejar sus ramos de flores.

Turistas de diferentes países y surafricanos con las camisetas amarillas de los Bafana se hacían fotos ante el monumento mientras los habituales vendedores de artesanía y recuerdos de la revuelta habían cambiado sus productos habituales por merchandising futbolístico de diferentes países. En Regina Mundi, la histórica iglesia donde en los 70 y los 80 se hacían los mítines políticos camuflados como misas, un pequeño partido extraparlamentario recuerda a los «caídos por la libertad» ante unas decenas de personas que no han olvidado ni la historia ni el Mundial, a juzgar por el sonido de las vuvuzelas que se han colado hasta en el templo. «El espacio antes era demasiado pequeño y hoy es demasiado grande», cuenta Hassen mientras recuerda como preparaban cócteles molotov para tirarlos a los temibles caspir, los camiones blindados con los que la policía entraba en este barrio – ciudad. Entonces en Soweto apenas había una calle asfaltada, para salir de allí se necesitaba un permiso que solo se conseguía mediante un contrato de trabajo y las detenciones y torturas de los activistas eran comunes.

Hoy las cosas han cambiado. Soweto ha sido el niño mimado del gobierno del Congreso Nacional Africano. A pesar de que aún quedan grandes bolsas de pobreza, ahora hay grandes centros comerciales, un campus universitario, una televisión local e incluso un estadio donde se inauguró y se clausurará una Copa del Mundo de fútbol.

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