El negocio de la emigración

Público, Manolo Saco, 19-05-2010

La emigración es uno de los negocios que más dinero mueve en el mundo. En algunos países latinoamericanos, como Ecuador o México, el dinero de las remesas de los emigrantes se acerca a las rentas del petróleo. Si los emigrantes fueran coches, a eso le llamaríamos exportación. Pero en el lenguaje políticamente correcto, los emigrantes apenas son mano de obra barata que allí a donde van se convierten en el motor del país que los recibe.

La crisis también les ha tocado a ellos como al resto de las empresas. Para mantener a sus pobres familias allende los mares ellos mismos han rebajado sus condiciones de vida a los límites de la miseria. Y de esos sacrificios sabe mucho la emigración española. A España sólo le tocaron las migajas del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa en forma de apenas leche en polvo y queso naranja en lata que se repartía en las escuelas. Así que si Marshall no venía a nosotros, nosotros nos íbamos a buscarlo a Alemania, Francia o Suiza.

Europa y Latinoamérica acogieron generosamente de igual manera a los exiliados por el franquismo que a los exiliados por la pobreza. Antes que el turismo, la carne de emigrante fue nuestra más rentable exportación, y sus remesas constituyeron una fuente de divisas imprescindible para aquella triste España.

Ahora la presidenta Kirchner y Evo Morales nos lo acaban de recordar en Madrid. Fuimos recibidos entonces como exiliados políticos y de la miseria, con un trato humanitario generoso, y ahora piden que les paguemos con igual moneda, no promulgando leyes proteccionistas, como si sus emigrantes fuesen naranjas marroquíes o coches japoneses.

Es de justicia histórica, aunque, como bien sabe Garzón, no parezcan buenos tiempos para ello.

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