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Yo también llevo velo

El Mundo, carmen rigalt, 13-05-2010

NO TENÍA pensado meterle mano al
velo, pero yo no voy, que me llevan, y
ahora me toca el turno. Espero que sea
despedida y cierre: no conviene
dramatizar más. En uno y otro lado de
la barricada hay tópicos
manufacturados que ayudan a
apuntalar la argumentación. Lo malo de
los tópicos es que se apuntalan a sí
mismos con premisas gruesas y
dogmáticas. En lo del velo funciona
mucho la enmienda a la totalidad, y
cuando alguien sube a ese carro, todo
vale. Se empieza recordando que los
españoles, allá donde fueron, hicieron
lo que vieron (para que tomen nota los
moros) y se termina inventando Ligas
Norte y alcaldes de Vic.
Las opiniones que han circulado a
propósito del velo suelen estar
inspiradas por un lado en la rabia, y por
otro, en el paternalismo fácil. Y así como
hace unos años se dio en echar la culpa
de todo a la mentalidad progre de los
viejos sociatas, ahora se le echa al
«buenismo», la doctrina emanada de ZP.
Sin embargo, las muletillas no cambian
las cosas. Si queremos hacer cruzadas de
un tema menor, las haremos, pero el
tema seguirá siendo menor. Salvo que los
cruzados tengan a bien analizar desde
cuándo, cómo y por qué, el uso del velo
en el islam ha pegado un subidón.
Todos los argumentos tienen sus
contraargumentos. Cuando surgió la
polémica del colegio de Pozuelo de
Alarcón, los políticos se vieron obligados
a pronunciarse. Había tantos cabos
sueltos, tantos argumentos y
contraargumentos, que más de uno se
vio pillado. Fue el caso de Esperanza
Aguirre, quien, intentando poner
cordura en el asunto, se llevó por delante
a las monjas. En los espacios donde no
está permitido el hiyab, tampoco pueden
llevarse tocas, vino a decir ella. Pobres
monjas. Toda la vida viéndolas en
nuestras aulas y ahora resulta que son
improcedentes. ¿Qué hay de malo en
respetar el hiyab, la toga y hasta la
boina? Pretendiendo minimizar el
problema, el ministro de Justicia dijo
hace unos días que el hiyab era como
una medalla de la primera comunión.
Ganas de enredar, o sea.
El atuendo es libre. Todos nos
vestimos de acuerdo a nuestras
creencias, nuestra cultura y nuestros
gustos. Bien está que, por cuestiones de
seguridad, no dejen a la gente andar por
la calle con escafandra o burka. No es el
caso que nos ocupa, pero si así fuera,
tarde o temprano Rubalcaba se erigiría
en Esquilache y obligaría a dar la cara.
Los colegios públicos deben consentir
el velo y si no, imponer el uniforme, que
evitaría esos problemas y algunos más,
todavía pendientes.

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