Se cumple un año del Polémico realojo >

La Arboleda mantiene la tensión

La familia de etnia gitana y los vecinos defienden las mismas posturas que les enfrentaron hace un año

Deia, yuri álvarez, 11-05-2010

trapagaran

La familia de etnia gitana procedente de Sestao y realojada en La Arboleda cumple hoy su primer aniversario en el pequeño barrio minero. Sin embargo, durante este periodo, la controversia y la polémica suscitada por la llegada de estos nuevos vecinos, lejos de amainar, ha seguido avivándose día tras día. Puertas que aparecían tapiadas con espuma, manifestaciones vecinales que protestaban por el realojo, cabras muertas colgadas boca abajo en la entrada del barrio y un sinfín de demandas interpuestas por ambas partes han marcado la tónica general de este primer año, que sólo ha servido para que los vecinos y la propia familia distanciasen aún más sus ya de por sí irreconciliables posturas.

El balance que tanto vecinos como la familia gitana realizan de este periodo es oscuro. Por un lado, los vecinos consideran “injusto” que una familia “altamente conflictiva” continúe habitando una vivienda que los jóvenes del barrio llevan esperando toda la vida. Por otro, creen que la familia de etnia gitana ha condicionado sobremanera la vida en el pueblo, ya que desde su llegada “la convivencia ha sido mucho más tensa”.

Cabeza de familia

Orden de detención

La información que este periódico ha publicado recientemente sobre la orden de detención decretada por un juez contra el cabeza de familia volvió a poner en el punto de mira a ésta y no hizo más, dicen, que reafirmar la “peligrosidad” del realojo que los vecinos llevan denunciando todo este año. “Tenía que llegar y ha llegado. No nos sorprende”, afirman.

En el otro extremo de la balanza se encuentran el matrimonio y sus seis hijos, que afirman haber vivido un incesante goteo de vejaciones e insultos por el simple hecho de “ser gitanos”. Además, han reiterado en numerosas ocasiones que ellos no han generado ni un solo conflicto y que los vecinos nunca les han otorgado la más mínima oportunidad de integrarse en el pueblo.

En cualquier caso, el matrimonio asegura que el clima de “acoso vecinal” del que fueron objeto ya no es tan latente, pero advierten de que todavía siguen constatando un “ambiente hostil” hacia ellos. Un ejemplo de esta situación, afirman, son las infinidad de carteles que adornan algunas zonas del barrio con proclamas como Parásitos sociales no, Si no defiendes tu pueblo, vete o Pisos gratis para todos.

Ante estas acusaciones, el presidente de la asociación de vecinos, Iñaki Zamarripa, asegura que todas las protestas que han llevado a cabo se han realizado de forma pacífica y tacha de absurdas las acusaciones de racismo que se han vertido contra ellos, alegando que desde hace dos años conviven con total normalidad con otra familia de etnia gitana que se ha integrado perfectamente al barrio.

Zamarripa, que se ha erigido como portavoz de los vecinos, asegura que el trasfondo de esta situación no es otro que la adjudicación “a dedo” de una vivienda a un matrimonio que “ni trabaja, ni tiene intención de hacerlo”. “No cotizan, no trabajan y tienen una serie de privilegios que el resto no tenemos”, dice el portavoz vecinal.

Iniciativa gitana

Apoyo incondicional

Si Zamarripa ha llevado la voz cantante en las protestas realizadas, el presidente de la Asociación Iniciativa Gitana, Valentín Jiménez, ha hecho lo propio con la familia realojada, mostrando su incondicional apoyo e, incluso, conviviendo con ellos las primeras semanas por temor a las represalias de los vecinos. “Mientras haya una injusticia de este calibre, Iniciativa Gitana seguirá apoyando socialmente a ésta y a cualquier familia, independientemente de los problemas que pueda tener con la Justicia”. A lo largo de este año, Jiménez se ha mostrado muy crítico con las protestas llevadas a cabo por “una parte” de de los vecinos de La Arboleda que, considera, están haciendo un flaco favor a su pueblo. “Con su actitud racista y xenófoba, lo único que están demostrando es que no quieren gitanos en el pueblo. Por más que protesten, no van a conseguir nada hasta que se encuentre una solución”.

Precisamente, en lo único que ambas partes se ponen de acuerdo es en que la solución al conflicto pasa por un nuevo realojo de la familia gitana. Y ésa puede ser una de las llaves que desbloquee el conflicto. El problema radica en que la familia no está dispuesta a marcharse a cualquier precio, ya que exige unas condiciones similares a las que goza en La Arboleda. La pelota, por tanto, según entienden los vecinos, está en el tejado del Gobierno vasco. “Ellos han generado el problema y ellos lo tienen que solucionar”.

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