OFERTA MÉDICA INNOVADORA|TESTIMONIO DE UNA MUJER AFRICANA|«EL PLACER ME SORPRENDIÓ»

Una senegalesa explica la dolorosa experiencia de haber sufrido una ablación de clítoris cuando apenas tenía cuatro días de vida

Ahora se ha operado

El Periodico, , 03-05-2010

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

Tres o cuatro días después de nacer en Dakar (Senegal), Coulibaly fue colocada desnuda sobre una toalla y su abuela materna, matriarca de la familia, le cortó el clítoris y los labios menores con una cuchilla de afeitar. Acto seguido, unió con los dedos los diminutos labios sexuales externos de la niña y los cosió con hilo de sutura. Le dejó un agujerito por el que durante 39 años ha expulsado la orina y la menstruación. Aquel agujerito se le infectó cientos de veces, «casi cada mes», dice. Coulibaly no ha hablado jamás con nadie de su familia de lo que le hicieron. «Con nadie. Crearía un conflicto si lo intentara», repite. Tampoco ha podido comentar la mutilación de sus cuatro hermanas menores. A las que nacieron a partir de 1979 ya no las mutilaron porque el Gobierno de Senegal declaró ilegal esa agresión.
Coulibaly abre amablemente la puerta de su pequeño piso de alquiler en El Prat de Llobregat. Desde que el doctor Pere Barri le rehizo toda su zona genital, en octubre del 2009, se siente agradecida con el médico y quiere explicar su experiencia, por si así la imitan otras mujeres en su circunstancia. Dejó su país hace 11 años, con dirección a Alemania. Sus padres, de formación intelectual, le habían procurado una buena educación y ejercía de profesora en Senegal, pero quería prosperar y pensó que eso exigía viajar a Europa. Alemania, Madrid, Valencia y, ahora, Catalunya. Es recepcionista en una empresa de turismo de Barcelona, donde la aprecian por su buen carácter y porque habla inglés, francés, alemán y español. Escoge muy bien sus compañías –«solo le he dicho a un amigo catalán que me he operado»–, y apenas sale cuando no trabaja, pero se define como una persona feliz que ha conseguido su máximo objetivo: tener unos órganos sexuales normales.

Sospecha confirmada
Sospechó, hasta cumplidos los 14 años, que su zona genital no era normal. Lo que veía en su cuerpo no cuadraba con los dibujos anatómicos que le enseñaban en la escuela, pero no había forma de salir de dudas por el taxativo silencio familiar. Tenía más de 20 años cuando una ginecóloga le confirmó sus sospechas. «¿Por qué han tenido que hacerme esto a mí? ¿Por qué no disfruto con el sexo? ¿Por qué no soy normal?», se repetía, avergonzada y deprimida. En Senegal, mantuvo relaciones con algunos hombres, siempre con la luz apagada y «sin llegar al acto final», porque le horrorizaban las preguntas. Coulibaly se declara musulmana, estudiosa y practicante del Corán. «Lo he leído de principio a fin y en ningún momento dice lo de la ablación a las mujeres», asegura.
La operación del doctor Barri fue muy bien, explica. Le recompuso el clítoris y restauró toda la piel del entorno. Tres meses después, Coulibaly mantuvo su primera relación sexual completa.
«El placer me sorprendió –recuerda Coulibaly–. Sentir el clítoris, el cosquilleo ese, es algo que no me hubiera imaginado nunca. Fui corriendo a contárselo a Barri y él me dijo que eso es normal». Desde entonces, ha dejado de sentir rencor contra su madre, su abuela y todas las mujeres de su familia. «No creo que quisieran hacerme daño. Se sometieron a la tradición», razona.
Siente rencor contra quienes siguen practicando la mutilación. «No le tengo miedo a los imanes que no respetan a las mujeres. Estoy muy resentida con ellos. Si Dios, que es sabio, nos ha hecho un clítoris, ¿por qué lo mutilan?», exclama. Se ha propuesto que otras mujeres en su situación se operen. «Es esencial, y sé que si hablara con ellas me entenderían», dice. Muestra gratitud por Barri y por los hombres «blancos». «Me han atendido como es debido y me han salvado la vida: me han devuelto el placer. En mi país, nadie me entendió. Lo que sé de mi cuerpo me lo han explicado los blancos».

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