pamplona. José María del Río es uno de los diez voluntarios de la parroquia de San Agustín que se dedican al reparto de alimentos entre fieles y no fieles. “Las necesidades han aumentado en los últimos años”, señala. Una familia de tres miembros recibe una media de entre ocho y diez kilos de alimentos al año. “El 80% si no cobra el paro, percibe la renta básica o pensiones no contributivas, y necesita esta ayuda para llegar a fin de mes”, remarca. La parroquia rebasa las 450 personas atendidas que representan a alrededor de 170 – 180 familias. Unas 345 beneficiarias son inmigrantes, y el resto son gente mayor a la que se ayuda con vales porque tienen pensiones bajísimas, algunas de viudedad que rondan los 500 euros. Asimismo, hay un grupo fluctuante de transeúntes que “no tienen dormitorio fijo o carecen de papeles y no se pueden empadronar porque hay pisos con más de ocho ocupantes y los dueños tienen miedo de meter a más gente; sabemos que esta gente acude a varias parroquias a pedir”. Este último año ha aumentado, señala, el número de inmigrantes que demandan alimentos más de un 11%. De momento el reparto no ha sufrido recortes pero “ya nos han advertido que a partir del próximo mes nos corresponderá menos”. Las parroquias también colaboran en el pago de recibos para cubrir otros gastos de gente necesitada a través de vales para comprar en tiendas colaboradoras. La parroquia San Agustín reparte al año más de 36.000 kilos de alimentos del Banco Navarro, además de 1.200 kilos de bacalao y ropa nueva por valor de 11.000 euros de empresas navarras donantes. Del Río reconoce que el tipo de alimentos no siempre están compensados. “La gente te pide aceite o jabón de lavar y no hay, la leche se acaba enseguida…”, expone. El perfil de demandante de alimentos es el de una familia joven con niños pequeños.