Arizona, una ley horrible pero comprensible

El Periodico, POR Carlos Elordi, 02-05-2010

La ley aprobada hace diez días por los representantes parlamentarios de Arizona, seguramente el texto más duro del mundo occidental en lo que al control de la inmigración ilegal se refiere, sigue en el centro del debate político norteamericano. Porque el asunto afecta de lleno a los principios sagrados, y constitucionales. Pero también porque ha planteado, a la tremenda, de la peor de las maneras, el que, por sus consecuencias y por su difícil solución, es para muchos analistas el mayor problema de Estados Unidos. Y, en todo caso, algo muchísimo más grave e inquietante que lo que en este capítulo se vive en Europa.
«La ley de Arizona es una mala mezcla de demagogia y de problemas para ser aplicada», dice un editorial del San Francisco Chronicle. «Pero los ultras de Arizona han hecho un gran favor a la nación. Han puesto en primer plano un problema que Washington ha dejado en la trastienda mientras se ha dedicado a discutir sobre los estímulos económicos, la sanidad o la regulación financiera. El Congreso y la Casa Blanca deben asumir el desafío que supone la ley de Arizona».
Parecidos argumentos, ha utilizado USA Today, el único periódico de verdadera difusión nacional en Estados. «La ley es el precio de la inacción. Es una invitación abierta a actitudes racistas hacia los hispanos. Pero aunque es triste, no es sorprendente que el 70 % de los habitantes de Arizona apoyen esa ley. Mientras Washington no tome las duras decisiones necesarias para reparar nuestro intolerable e injusto sistema de inmigración, las malas soluciones como la de Arizona seguirán haciendo sentir ese vacío».
Associated Press ha realizado un informe que en estos días han publicado varios de los grandes diarios. Los datos dejan en ridículo los llamados «problemas de convivencia» entre autóctonos e inmigrantes que se vienen denunciando en Europa. Por no hablar de los que se dice que hay en España.
En Arizona, que tiene 595 kilómetros de frontera con México, residen unos seis millones de personas y hay casi medio millón de inmigrantes ilegales, casi todos «hispanos».
Pero además de inmigrantes, por esa frontera también entra droga: según el citado informe, el año pasado la policía federal requisó un promedio de una tonelada y media de marihuana al día. Y con la droga vienen los narcotraficantes. Son tantos que los fiscales han renunciado a procesar a los contrabandistas detenidos con menos de 500 libras (unos 220 kilos) de marihuana en su poder. Y con el narcotráfico, la violencia: «Phoenix (la capital de Arizona) es la capital norteamericana de los secuestros. En las últimos años, la ciudad ha registrado una media de un secuestro al día, muchos de ellos con torturas y muerte del secuestrado». Esa realidad ha saltado a la luz del resto del país al hilo de la ley. Y la han subrayado muchos de los que más duramente critican la iniciativa, es decir, prácticamente todos los columnistas de los diarios norteamericanos de referencia. Entre ellos, Michael Gerson que ha escrito en The Washington Post: «Pocos norteamericanos aceptarían vivir al lado de un estado que tiene varias regiones sin ley, como es México. Pero esta ley hace sospechosa a toda una etnia, que es considerada culpable mientras ella misma no demuestre que es inocente. Y muy pocos norteamericanos aceptarían vivir bajo la sospecha y la humillación».
Además de recordar que en EEUU viven 10,8 millones de inmigrantes sin papeles, el The New York Times ha dicho que tras la iniciativa de Arizona, Obama ha decidido colocar una nueva ley de inmigración en un lugar prioritario de su agenda política. Pero ha añadido que quiere que el texto sea apoyado por ambos partidos. Y ese empeño no parece fácil. Porque una parte de los republicanos sintoniza con lo que han aprobado sus correligionarios de Arizona. Hasta el punto de que se ha dicho que la ley es una nueva manifestación del Tea Party, la nueva derecha radical norteamericana.

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