«A los 45 años, he tenido que volver a vivir con mi madre»

El Periodico, EDWIN WINKELS, 02-05-2010

el grupito se divierte mucho. Juegan a la cuatrola, primero; al dominó, después. Claro que están contentos. La mayoría están jubilados. Disfrutan del día y de la pensión. Un par más tienen día libre en el trabajo. Pero no es el caso de José Antonio Porcel, que hace medio año dejó de ser autónomo porque, sencillamente, ya no había trabajo en la construcción. «Hacía sobre todo baños, cocinas, esas cosas. Junto a mi hijo. Él ha tenido suerte, ahora está en los mármoles». José Antonio no. Dejó de pagar la cuota de autónomo, pero a cambio no recibe ninguna prestación de desempleo. «Es que pagué siempre la cuota mínima».
Además, ¿quién le iba a decir que esa época dorada en la que no paraban de levantarse bloques de pisos, casas unifamiliares y edificios de oficinas se iba a terminar, así de golpe? «Hasta hace un año aún había trabajo. Pero a principios del 2009 todo se paró de golpe. Aquí mismo, en Castelldefels, hay no sé cuántas obras sin finalizar, abandonadas», dice Porcel, que también sufre la competencia de profesionales que se ofrecen a precios mucho más bajos. «Si yo ofrezco un presupuesto de 2.000 euros para reformar un baño, los hay que lo hacen por 1.000. Contra eso no puedo».
Sin embargo, pese a que en muchas ocasiones son los inmigrantes quienes trabajan por menos dinero –también porque en sus países siguen siendo cantidades importantes–, tampoco ellos se han librado del masivo desempleo. Por primera vez está bajando el número de extranjeros residentes en España.
Al quedarse sin trabajo, José Antonio ha tenido que tomar una decisión que nunca esperó tomar con 45 años. «He vuelto a ir a vivir a casa de mi madre. Sí, la mama está contenta, y yo me alegro. Estoy separado desde hace 12 años, no podía pagar ya mi propia casa». Así, después de la partida de dominó, se irá a casa, donde la mama ya le habrá hecho la comida. Por la tarde, regresará a la terraza para volver a jugar algunas partidas, echar unas risas, fumar un cigarrillo, tomar una copa. A la espera. «A veces algún amigo lampista me llama para ofrecerme algún trabajito. Pero no es mucho», confiesa el albañil. No se muestra muy optimista. «Hay tanto paro en la construcción, y tanta competencia que no sé cuándo se acabará esto».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)