«Intentamos evitar guetos de inmigrantes»

El Correo, GERARDO ELORRIAGA, 02-05-2010

No tiene nada que ver con la espectacularidad de la bahía, el bullicio turístico de la Parte Vieja y el estilo afrancesado del Ensanche, aunque también forma parte del municipal donostiarra. Sobre una colina, al este de la ciudad, se ubica Alza, destino de la inmigración más desfavorecida. Hasta allí llegaron trabajadores de todo el país en las décadas de los sesenta y setenta, cambiando el perfil tanto urbanístico como social del barrio, de unos veinte mil habitantes. La formación de la ONG local Berpiztu, hace ya veinte años, respondió a las nuevas necesidades de la comunidad. «Fueron los propios vecinos quienes la crearon para dar respuesta a la nueva problemática. Había droga y registraba el mayor fracaso escolar de la provincia», reconoce Gonzalo Aranguren, responsable de Elkar Bizi, programa de esta entidad que pretende dar apoyo educativo a los más jóvenes.

Los cambios en estos flujos también han alterado su labor. La más reciente instalación de colectivos extracomunitarios ha provocado nuevas demandas. «Son personas con las peores condiciones económicas y laborales, y su integración constituye un reto que pretendemos hacer posible de una manera paulatina y enriquecedora», añade. Este esfuerzo mereció en el 2008 la concesión de una de las ayudas del programa ‘País Vasco, un alma solidaria’, iniciativa de EL CORREO, que cuenta con el patrocinio del Gobierno autonómico y el apoyo de BBK, y que ha abierto ya su tercera edición.

Pero la evolución de la organización no se detiene ahí. La actual crisis ha ampliado los campos de actuación de Berpiztu. La iniciativa más novedosa es el reparto de alimentos, un servicio que tiene lugar cada jueves y que beneficia a doscientas familias, el 80% de procedencia extranjera. La designación de los beneficiarios corresponde al departamento de Asuntos Sociales del ayuntamiento y Cáritas. «La afluencia ha aumentado espectacularmente», confiesa Aranguren.

Apoyo en euskera

Además de intentar paliar los efectos inmediatos del paro, la entidad prosigue con sus clases de apoyo en euskera y demás materias. «Resulta difícil para quien no domina el castellano aprender paralelamente otro idioma», lamenta. Como consecuencia, el nivel del alumno no se suele corresponder con su edad. Los responsables de la organización pretenden que los muchachos crezcan en un ambiente normal. «Intentamos evitar que haya distinciones por nacionalidades, que se formen guetos», advierte.

Cada tarde, durante tres horas, imparten clases de refuerzo o llevan a cabo actividades recreativas o deportivas, gracias a la disponibilidad ofrecida por un colegio y otro local alquilado en el que pueden practicar ping pong o iniciarse en la esgrima. Los voluntarios constituyen uno de los pilares fundamentales de la ONG. Según el gestor, aquellos que aportan desinteresadamente su tiempo son la mayoría y el perfil se corresponde con personas jóvenes, bilingües y con estudios de tipo social.

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