donostia. Comenzó a interesarse por la inmigración en 2006, año en el que realizó reportajes para diferentes medios. Con el tiempo, el foco de atención se fue apagando, pero el periodista zarauztarra Martín Aldalur no ha dejado de viajar por África Occidental. El resultado es su libro Clandestinos.

¿Qué sensación le ha quedado después de su largo recorrido por la inmigración subsahariana?

Al final uno se queda en los titulares, en un botín que ocupa e intriga. Un botín emocional que muchas veces los políticos utilizan y los medios no representan en su justa dimensión. En mi trabajo he pretendido acercarme un poco más en profundidad y entender a ese otro, que al fin y al cabo es un semejante.

Se ha desplazado a poblados de Senegal desde donde parten muchos de esos cayucos que alcanzan las costas canarias. ¿Qué sensación le queda a uno tras visitar el punto de partida de esas inciertas travesías?

Antes veía toda esta realidad muy mediatizada. Vivía en Zarautz y, aunque he residido en diferentes lugares del mundo, antes de ir a Senegal no tenía mucho contacto con África. La percepción que de ella tenía era la de ese continente donde sólo suceden guerras y cosas horribles. Muchas veces esos prejuicios son los que hacen que estas personas no estén muy consideradas cuando llegan a Europa. Hay que ser conscientes de que la salida clandestina en cayucos y pateras a la parte del mundo donde se concentra la riqueza no es más que una respuesta a la prohibición que estos países ejercen sobre las vías regulares para emigrar.

Hay pasajes del libro que resultan aterradores al describir la muerte, dramáticas experiencias que se combinan con otras llenas de esperanza.

En los países que he visitado he podido descubrir gente con una capacidad enorme para estar bien ante la dificultad. Viven en la austeridad pero en condiciones dignas. Muchas veces, cuando llegan aquí lo que se les hace más duro es la soledad. Por otro lado, son personas con una psicología muy fuerte, por lo general muy positivas y con una gran capacidad se superación. La verdad es que este trabajo me ha permitido conocer los grandes temas de la globalización, y cuando todos ellos pasan a la esfera local, uno se da cuenta del discurso contradictorio del poder de las elites.