París – Vestir el velo integral islámico en Francia costará más caro a quien imponga su uso que a la mujer que lo lleve. Tan caro, que la persona que instigue a otra a cubrirse públicamente con esta controvertida prenda puede acabar cumpliendo un año de cárcel y abonando 15.000 euros de multa. Mucho más leves son los 150 euros con que la infractora se verá sancionada si no se aviene a respetar la futura ley, cuyos pormenores dio ayer a conocer el diario conservador «Le Figaro». El borrador del proyecto, que será presentado en Consejo de Ministros el próximo 19 de mayo, comprende según el rotativo dos artículos centrales. El primero establece que «nadie puede, en un espacio público, utilizar una vestimenta destinada a disimular el rostro», con la consiguiente multa. Pena que según los casos podría conmutarse o completarse con un «cursillo de ciudadanía».
Además, la imposición de su uso «por medio de violencia, amenaza, abuso de poder o autoridad» supondría incurrir en un nuevo delito recogido en el segundo de los artículos y que podría saldarse con la prisión. El Gobierno galo se decantaría así por un texto tan disuasivo como punitivo, porque de lo que se trata es de convencer a las usuarias –que muchas veces lo son por imperativo del marido o del cabeza de familia– a renunciar a una prenda que, se considera, atenta contra la dignidad de la mujer. El Ejecutivo, que para evitar toda estigmatización de la comunidad musulmana habría evitado tanto alusiones religiosas como los términos «burka» o «niqab», se dará seis meses antes de aplicar la ley para «hacer pedagogía». Contrario a una prohibición total por considerarla jurídicamente inviable, el Consejo de Estado podría pronunciarse de nuevo en contra, aunque su dictamen sólo tiene valor consultivo.