La polémica del velo de Nawja debe ser objeto de una reflexión profunda que parte de la pregunta básica en este asunto: ¿Cuál es la significación real del hiyab? Si la respuesta es que es un elemento meramente simbólico – religioso, la cuestión no tienen recorrido; pero si la respuesta es  que exterioriza una situación de inferioridad de la mujer frente al varón y de sometimiento –yo me inclino más por esta última–, entonces la actitud debe ser radical e intransigente, porque atenta contra principios constitucionales y derechos fundamentales.
No podemos consentir que bajo la cobertura de un  supuesto respeto a las tradiciones, se consolide y admita la discriminación de las mujeres. Nuestra constitución, esa que a veces no se cumple por los nacionalistas, consolida un régimen de libertades y de igualdad que es la última barrera del ciudadano frente a la injusticia y el abuso de la sociedad civil y de los poderes públicos.  Si dejamos que esa barrera caiga, el camino del atropello y la imposición del criterio de los más fuertes, sean estos el Estado, las empresas o el sujeto dominante en el ámbito familiar, estará expedito.