BEATRIZ NAVARRO – Bruselas. Corresponsal

La inspiración vino de Francia, pero los belgas han ido más lejos y por una vez se habían adelantado
Incapaces de decidir sobre cómo seguir viviendo juntos dentro del Estado belga, flamencos y valones demostraron ayer que todavía pueden ponerse de acuerdo sobre otros asuntos al aprobar por unanimidad, con dos abstenciones, la prohibición del uso del velo integral en todos sus espacios públicos.

Bélgica lleva varios días sin Gobierno federal y está pendiente de que en cualquier momento el rey Alberto II ordene la disolución del Parlamento y convoque elecciones anticipadas. Pero este clima de crisis y provisionalidad no impidió que ayer casi se convirtiera en el primer país europeo cuya Cámara de Diputados veta, sin citarlos, el uso del burka y el niqab en sus calles.

La ley ayer votada, justificada por razones de seguridad, quedará muy probablemente sin efecto, ya que la próxima convocatoria de elecciones legislativas anticipadas no permitirá completar los plazos previstos. El Senado tiene quince días para reclamar su derecho a enmendar el texto, y ayer los conservadores y liberales flamencos anunciaron que piensan hacerlo. No pretenden cambiar el sentido de la ley, aclaró el liberal Bart Tommelein, sino hacerla más precisa. Se quiere evitar que pueda ser anulada, por ejemplo, por el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.

La disolución de las cámaras – se espera que el monarca la anuncie en breve y convoque elecciones anticipadas en junio-obligará a terminar el trámite de la ley en la próxima legislatura. Motivos electoralistas aparte, el voto supone, en cualquier caso, una inequívoca declaración de intenciones que viene de atrás.

La inspiración llegó de la vecina Francia, pero los belgas van más lejos y se habían adelantado. Por una vez, como critican los detractores de la ley, la Cámara tramitó el asunto con gran celeridad, sin consultar a la comunidad musulmana ni pedir dictámenes. Los planes de Sarkozy para prohibir el burka sufrieron un serio revés precisamente cuando el Consejo de Estado recomendó vetarlo sólo en los establecimientos estatales y los transportes públicos. El Gobierno francés sigue pensando en prohibirlo en hospitales, colegios y juzgados .

La ley belga argumenta que, por seguridad, toda persona debe ser reconocible en los lugares públicos y fija multas de hasta 25 euros y penas de prisión de hasta 7 días para aquellas que, sin autorización, vayan “con el rostro disimulado o cubierto en parte o en su totalidad por una vestimenta que impida identificarlas”.

El texto actual sólo prevé una excepción y es para “las manifestaciones festivas”, en referencias al carnaval, muy celebrado en todo el país. Ahora, cuando el procedimiento llegaba teóricamente a su fin, los dos principales partidos flamencos se han replanteado la solidez jurídica del texto y quieren revisarlo a fondo.

La actual legislación belga ya permite a la policía abrir procedimientos administrativos a quienes se encuentren en lugares públicos con el rostro cubierto, una normativa ideada hace décadas para actuar contra las bandas de atracadores. Con esta base legal, el año pasado en Bruselas se interpeló a 29 mujeres que llevaban algún tipo de velo integral. A propuesta de los liberales francófonos, los partidos políticos belgas se pusieron de acuerdo para adaptar la ley al contexto actual.

Una de esas mujeres interpeladas por llevar burka es Samia, una belga de 30 años educada en el laicismo y conversa al islam. En una carta publicada por el diario Le Soir,lamenta la “desproporción de medios” dedicados a una ley que “afecta a un número muy limitado de personas”, en un momento en que los políticos deberían dedicarse a combatir la crisis. “Esta forma de vestirme – argumenta-no afecta a mi libre expresión, es una elección compatible con mis creencias que me permite presentarme como deseo en el espacio público”.