El velo

Diario Sur, PABLO ARANDA, 23-04-2010

Una adolescente acude a clase con un pañuelo y se lía la de Alá, que es grande. Sucede en Pozuelo de Alarcón, el rico municipio de Madrid, aquel del botellón donde hubo unos cuantos policías heridos. Pozuelo tiene bastante menos paro que las ciudades de alrededor (en 500 kilómetros a la redonda), y un altísimo porcentaje de estudiantes en colegios privados, una ciudad ideal para vivir, podría pensarse, pero fíjense. Y ahora el giro: botellones hay en todos lados, igual que menores musulmanas con hiyab. El hiyab es un pañuelo que cubre el pelo y que las madres de las menores llevan por presunta prescripción islámica o conyugal y que las menores, que son españolas como usted y como yo, llevan generalmente porque necesitan agarrarse a un palo que tenga raíz. Si Juan, adolescente cuyo padre es español, y cuyo abuelo y bisabuelo y tatarabuelo y…, en fin, Juan se pone el pelo de punta, o con el flequillo tapándole la barbilla, los pantalones caídos, las gafas que se lleven en ese momento, es decir, si Juan necesita una identidad aparte de la que le otorga su vieja españolidad, qué decir de Farida, hija de marroquíes, con nacionalidad española, viviendo en Pozuelo o en Majadahonda (todos los nombres con su punto subterráneo) o Coín o Capuchinos, con unas normas consuetudinarias en el salón de su casa y otras en el patio del colegio.

A los catorce años uno se pregunta quién narices es y, por oposición, quién narices no es. Papi dice cara y a los catorce años decimos cruz, la profe dice suma y a los catorce años restamos, o no, pero probablemente sí. A los catorce años se está perdido y solo, y un equipo de fútbol, un grupo de música, una manera de hablar, una gorra mal puesta, pueden significar mucho pues acercan a Juan a sus iguales. También un pañuelo.

Hay pañuelos y pañuelos. Un velo que cubra la cara no debe estar permitido por muy traumático que pueda resultar para algunas personas el choque entre una sociedad moderna y una medieval. Mi mujer es mía y la escondo para que no vaya provocando. Que no. Pero no hablamos de eso. Un pañuelo que cubra el pelo puede ser impuesto o no. Entonces el profesor, el tutor, el orientador del centro pueden entrevistarse con Farida (partiendo de la base de que les molesta que lleve el pelo cubierto por un pañuelo, que siendo una prenda cultural, no sólo un accesorio de moda, no debería molestar tanto) y ver qué significa el pañuelo que tal vez sólo use un tiempo. Mientras se habla con Farida, y con el papi y la mami de Farida, podríamos ir acostumbrándonos a que le dé por ponerse un pañuelo que le cubra el pelo, haciendo por tanto un doble trabajo, sin forzar demasiado las cosas mientras sea posible. Ya está.

Y a otra cosa, mariposa, que está todo muy regular para que una quinceañera con un inofensivo pañuelo soliviante un país con el cuádruple de paro que Pozuelo de Alarcón, donde como siga así ya mismo erupciona un volcán. (¿Erupciona?, vaya verbo feo, eso sí que debería prohibirse)

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