La i ntegración de los alumnos extranjeros en EE .UU.

El mundo en una escuela

Cómo integra a sus alumnos un centro de Brooklyn donde se hablan 47 idiomas

La Vanguardia, FRANCESC PEIRÓN. Nueva York. Corresponsal , 14-04-2010

Sólo lleva nueve meses
en la escuela y, sin em-
bargo, su nivel de lectu-
ra en inglés resulta
más que aceptable.
“En mi país ya lo había estudiado
un poco”, confiesa esta niña casi
como una justificación por su
buena dicción, como si le diera
cierto pudor estar por encima de
algunos que ya van por su segun-
do año en estas aulas.
Su país de origen es Ucrania.
Es de piel blanca, blanquísima, y
luce una melena rubia muy cuida-
da. Algunos de sus compañeros
la entienden cuando se expresa
en ruso, pero la rodean críos de
piel oscura, mucho más oscura y
aún más. De un pupitre al otro,
los hay que hablan español, o
creole, o urdu, o uzbeko, o turco,o bengalí, o árabe. Hay jovencitas
de peinados sofisticados y uñas
decoradas, mientras que otras es-
conden su timidez bajo el pañue-
lo que les cubre la cabeza. Los
hay que dan la impresión de aca-
bar de salir de un concierto de
hip-hop y otros de aspecto pul-
cro aunque su vestuario parece
comprado en una tienda de la Eu-
ropa del Este antes de la caída
del muro de Berlín.

Esta es la crónica de la visita al
colegio Ditmas 62, una escuela
pública de secundaria (junior y
high school) ubicada en Broo-
klyn, a unos 45 minutos en metro
desde Times Square. El edificio
se asemeja a una inmensa caja de
ladrillo de obra vista. Luce la ban-
dera de Estados Unidos en el jar-
dín. Según el principal (director),
Mike Kevorkian, que se mueve
de aquí para allá con un walkie
talkie entre sus manos, en este re-
cinto se habla un total de 47 idio-
mas. Una torre de Babel que, a di-
ferencia de lo que cuenta la leyen-
da, no impide la buena conviven-
cia. Los estudiantes tienen entre
diez y quince o dieciséis años. Di-
ce Kevorkian que no sabe si su es-
cuela es una en la que más idio-
mas diferentes se hablan en el
ámbito de Nueva York. Tampoco
le preocupa. “La mayoría, por no
decir todas, son multiculturales,
en especial aquí, en Brooklyn, y
en Queens”, remarca.
Angelica Infante, directora mu-
nicipal de los programas de ense-
ñanza de inglés, responde que no
a lo primero –se cuentan once es-
cuelas en las que se oyen más de
50 idiomas– y confirma lo segun-
do. Si en el Bronx o en Manhat-
tan se aplican los programas bilin-
gües –el inglés compartido con el español o el creole/ francés o el chino-,en Brooklyn y Queens se desarrolla lo que se denomina “inglés como segunda lengua”, debido a las muy diversas procedencias de los alumnos.

Esto supone una escolarización enfocada a enseñar la expresión oficial para luego, alcanzados los baremos, pasar auna integración absoluta. En las escuelas de Nueva York se registran hasta 152 idiomas, indica el informe del pasado otoño del departamento de Educación de la ciudad.

Más de 150.000 estudiantes, lo que supone casi un 15% del total de los colegiales neoyorquinos, se encuentran este curso en alguno de los programas de aprendizaje de inglés. Si a estos se suman los que ya han superado esa etapa y continúan en el sistema escolar, se concluye que uno de cada cuatro de los alumnos vino de fuera o de comunidades de Nueva York donde el inglés no es el idioma que se habla en casa ni, incluso, en la zona donde residen.

“La semana pasada llegaron diez uzbekos y hoy mismo ha entrado un jovencito de Pakistán”, comenta Mike Buono, asistente del principal y ex responsable del Ditmas 62. Y eso que el curso ha entrado en la recta final.

“El primer día es muy tormentoso para el nuevo estudiante”, subraya Kevorkian. “Les ponemos con gente de su país, para que estos les ayuden en el aterrizaje”, señala Raquel Díaz, coordinadora de segunda lengua en este colegio, una mujer nacida en Cuba, a la que, a los dos años, sus padres se llevaron a Nueva York. “Ellos se unen”, añade el director. “Uno de los momentos más difíciles – prosigue-es al acabar la jornada, cuando se han de ir a casa yel vecindario es el gran desconocido. Por eso, durante la primera semana, hacemos que vengan a buscarlos o sus familiares o los tutores que estén a su cargo, personas del entorno que ya eran residentes y conocen el lugar”.

En la visita guiada por Buono, no hace falta insistir en la cuestión de la variedad humana a la vista del paisanaje. “Explicar la diferencia en este edificio no es difícil, porque todos son diferentes”, sostiene este veterano de la enseñanza que transmite una tranquilidad absoluta. “La diversidad es buena para los chicos que vienen de otro país – indica, mientras saluda o corresponde a los jovencitos que se cruzan en el camino-,pero también para los que no han salido de Nueva York, así no les queda duda alguna de que el mundo es muy grande. En las aulas encuentran la gran lección de que hay muchas más cosas y personas diferentes”. Tal vez, matiza, los conflictos se producen “en casa”. Pero no se refiere al hogar individual, sino al punto de origen. Los estudiantes indios juegan con los pakistaníes, pese a la rivalidad entre ambas naciones. “La convivencia – continúa Buono-es magnífica. No resulta nada extraño ver a los niños libaneses cristianos jugando con los libaneses árabes”.

En los pasillos cuelgan cartulinas con dibujos de objetos, a los que se les da su nombre en inglés. Es como si este fuera un colegio para niños párvulos que empieza a leer. De esto se trata, enfatiza Kevorkian. “Utilizamos mucho – aclara-la cuestión audiovisual, el dibujo y la fotografía, o lo táctil. Los vídeos, los libros de fotos o los diccionarios visuales son más que habituales”. Tercia su asesor: “No se ha de olvidar que son clases para recién llegados o niños con poco o ningún contacto con el inglés”.

De una población de 1.227, colegiales, en torno al 23% participa en estos cursos de inglés. El proceso de integración “a la normalidad” depende de cada estudiante. Tres años es la media habitual, aseguran los responsables del Ditmas 62. Desde la oficina central, Angelica Infante coincide en esa media y en el diagnóstico: cada niño es una historia. “Los que han estado escolarizados y conocen su propio idioma se adaptan mucho más rápido”, comenta Infante. Precisa, sin embargo, que los hay que llegan tras años de no acudir a una escuela o “de enclaves rurales de Áfricadonde no pisaron un aula”.

De la experiencia han extraído una enseñanza: el resultado de estos programas son excelentes de cara al futuro. Infante recuerda que las estadísticas demuestran que los que han pasado por este proceso son los que después, una vez normalizados, consiguen mejores calificaciones académicas.

La niña ucraniana es un ejemplo de buena adaptación. Está contenta con su nuevo destino.

- Prefiero vivir en Brooklyn.

- ¿Qué es lo que lo hace diferente a tu ciudad de procedencia?

- Aquí hay tren, allá no.

Concluida la visita, Mike Buono se despide: “Si vuelve mañana, posiblemente habrá otro niño recién llegado de otro país”.

CONSULTE EN LA HEMEROTECA “LA CLASE, TAN CERCA Y TAN LEJOS” www.lavanguardia.es/ hemeroteca

El súbito encanto
de los colegios
públicos

Los efectos de la crisis
todavía se manifiestan en
la ciudad de Nueva York.
Muchas familias, que lle-
vaban a sus hijos a cole-
gios privados –y privati-
vos– han decidido que la
escuela pública es la op-
ción del momento. Esta
circunstancia ha hecho
que en algunos de estos
centros, sobre todo los
de Manhattan que tienen
mejores baremos y en
especial los cursos de
kindergarten –el equiva-
lente al P5 de Catalu-
nya–, hayan surgido las
listas de espera. Y esto, a
su vez, ha provocado un
movimiento en el merca-
do inmobiliario. Hay fa-
milias de Nueva York
que han alquilado sus
viviendas en propiedad y
se han ido a pisos de al-
quiler para estar en la
zona correspondiente a
esos colegios mejor valo-
rados. Pero para el pró-
ximo curso, ni los resi-
dentes en esas zonas co-
rrespondientes a cada
escuela tienen una plaza
asegurada.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)