Cien mediadores sanitarios atienden en Catalunya las demandas de extranjeros

La fundación La Caixa prorroga un programa de formación intercultural

La Vanguardia, , 12-04-2010

ANA MACPHERSON – Barcelona

La consellera Marina Geli dice que en tiempo de crisis los servicios sociales son un elemento de cohesión
“Vuelva otro día con alguien que sepa el idioma” es una respuesta relativamente frecuente en la consulta médica cuando quien acude es de origen chino o magrebí y su idioma es absolutamente desconocido para quien le ha de atender. Pero hay un día que hay que ir, le entiendan a uno o no. Por ejemplo, va a tener un hijo. Hasta ahí, se entienden bastante bien. Pero luego, en la habitación, cuando surgen problema concretos, hay algunos “conceptos diferentes”, señala Suyún Ruan, una de los cien mediadores sanitarios interculturales que ejercen en la sanidad pública catalana.

Para seguir con el ejemplo, las mujeres chinas hacen la cuarentena, el mes después del parto, en casa, sin salir, bajo los cuidados de la suegra. Y la primera semana, ni mojarse. “Y aquí no sólo no hay una suegra o una madre que te cuide, sino que además te citan para la revisión del niño, y dos días después de parir te mandan a la ducha. Es un conflicto”, indica esta mediadora. Ella explica a la sorprendida mamá china que no pasa nada por mojarse, que aquí se intenta que recupere la autonomía y la movilidad cuanto antes, y que, en contra de lo que siempre ha pensado y le han dicho en su pueblo, no es nada malo.

También las comidas y las temperaturas son fuentes de fricción entre los pacientes y el personal sanitario. “Para una mujer china que proviene de una zona rural, este periodo es delicado, de fácil desequilibrio entre el yin y el yang. Por eso rechaza tomar nada frío. Y le han puesto un yogur frío y le dicen que ha de tomarlo. Trato de explicárselo a quienes les cuidan en el hospital y también les explico que ese caldo con dátiles tradicional que le han traído es eso, no algo peligroso para su salud o la del bebé”.

Es duro no saber cómo hacerse entender. “Por eso la mayoría de los hombres no va nunca al médico ni tiene aún tarjeta sanitaria. Y si al final ha de hacerlo, entra por urgencias aunque lleve semanas con el problema”, cuenta la mediadora china que acababa de aclarar a un joven chino que eso que él creía haber entendido como líquido por el cuerpo era realmente una infección de riñón.

Una parte importante de la población inmigrante que vive en Catalunya necesita ayuda para utilizar los servicios sanitarios, para explicar qué le pasa aun médico o médica, para hablar de aspectos muy íntimos de su vida y su cuerpo en otro idioma. Por eso se ha formado en los últimos años a un centenar de mediadores sanitarios, y el programa, que financia la fundación La Caixa con tres millones y medio de euros, se acaba de prorrogar un par de años más.

“Es un momento delicado en el que hay riesgo de fractura social – advierte la consellera de Salut de la Generalitat, Marina Geli-,y los servicios sanitarios pueden ser un elemento importante de cohesión, sin discriminaciones de ningún tipo, como queremos que sea este país”.

Los cursos de formación para las mediadoras sanitarias constan de 2.000 horas lectivas, y se encarga de la docencia el Institut d´Estudis de la Salut.

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