Por causa de los conflictos internacionales y políticos, hay muchas personas que han estado obligados a dejar los lugares donde tenían sus raíces. También hay grupos que han buscado fortuna en tierras lejanas y también hay, generalmente, mujeres que como yo han cambiado de nacionalidad por causa del matrimonio. Ese cambio es más difícil de lo que uno cree, y eso a pesar de que muchas veces la situación es mejor que la anterior. Uno de los problemas más difíciles de dominar es la nostalgia, ese deseo tan lleno de recuerdos que están latentes y que sin previo aviso son como una sombra que te sigue durante todo el día. ¿Qué es lo que despierta esos períodos de nostalgia? Todo y nada. Puede ser una carta o una noticia en la televisión; o el olor de una flor que crece en aquellas tierras lejanas; o el deseo de comer alguna comida que las madres hacían.
Cuando ocurre alguno de estos síntomas, que hacen tanto daño, uno quiere dejar todo y volver una vez más a la tierra donde vivió su juventud. La nostalgia no acepta argumentos normales. Por propia y muchísimos años de experiencia ya se lo difícil que son esos momentos. Lo más triste es que cuando uno logra volver a la tierra querida las cosas no son como uno las había soñado.