El templo de la discordia

El Correo, MIRIAM SAINZ, 02-04-2010

Como en todo altercado que se precie, el argumento de cada parte difiere. Y si de por medio está la religión, el asunto se vuelve aún más espinoso. El miércoles, dos turistas austríacos fueron detenidos por la Policía Nacional cuando se disponían a rezar bajo el rito musulmán en la Mezquita – Catedral de Córdoba. A partir de ahí, las versiones discrepan.

Según las autoridades policiales, la seguridad privada del templo informó a los turistas de que estaba prohibido orar en el santuario. Lejos de deponer su actitud, los turistas se enfrentaron al personal, que tuvo que llamar a la Policía. La denuncia recoge incluso que uno de ellos sacó un cuchillo de grandes dimensiones que intentó clavar a uno de los agentes, mientras que otro trató de arrebatar la pistola a un guardia, extremos que desmienten los detenidos. Agentes de Policía arrestaron a la pareja de musulmanes, a los que se les imputa un homicidio en grado de tentativa, atentado a la autoridad y contra el sentimiento religioso. Los dos pasaron la noche en los calabozos y, ayer, el juez prorrogó hasta hoy la detención. Además, ha imputado a otras seis personas más por desórdenes públicos.

Las reacciones no se hicieron esperar, y tanto el Obispado de Córdoba como la Junta Islámica condenaron lo sucedido, aunque también discrepan en sus versiones de lo sucedido. En un comunicado, la diócesis cordobesa explicó que «118 (sic) visitantes extranjeros provocaron de manera organizada un reprobable episodio de violencia». Los números no concuerdan con los de la autoridad policial, que aseguró que fueron seis turistas los que accedieron al templo «y empezaron el rito de oración musulmán».

La Junta Islámica, por su parte, denuncia que los guardias reaccionaron de forma «violenta» ante los musulmanes y aduce «una ambigüedad en la denominación del templo que puede explicar la frecuente confusión de quienes lo visitan y los incidentes que se producen en él». Por ello, considera que «el culto compartido reforzaría la imagen de la ciudad». Además, esgrimen que «es práctica habitual» que los musulmanes se postren «en señal de respeto» al entrar en una mezquita, por lo que «no es de extrañar» que así lo hicieran cuando, «según la publicidad y los carteles», el templo «es una mezquita».

Fuentes policiales respaldaron la opinión del Obispado de que se trataba de un acto organizado, al insinuar que el altercado fue planeado con premeditación. Según los agentes, «el grupo contaba con ‘walkie – talkies’ para estar conectados entre sí y además entraron por diferentes puertas del templo».

Pese a diferir en sus alegatos, las autoridades católica y musulmana coincidieron en expresar su deseo de que «este tipo de situaciones no se repitan en el futuro».

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