Un viento fascista corre por España

El Periodico, CARLOS Elordi, 01-04-2010

La ultraderecha crece de manera imparable en toda Europa. Y aquí, en España, también. Nuestro sistema electoral, justamente denostado porque desde hace más de 30 años impide que se consoliden opciones alternativas a los grandes partidos, no permite que esa opción adquiera peso en las urnas. Pero es una realidad palpable. Se viene percibiendo desde hace años. En la vida cotidiana. En la gente que repite enfervorizada, como si fueran creaciones propias, los despropósitos fascistas que pululan por las ondas.
Hasta el momento, ningún dirigente político ha alzado su voz para denunciarlo. Callan, como hace la mayoría de los ciudadanos corrientes cuando se topa, en un bar, en un taxi, con uno de esos energúmenos. ¿Para qué contestarles si no les vas a convencer de nada y si, encima, puedes llevarte un disgusto? Pero el sondeo que publicaba la pasada semana EL PERIÓDICO indica que la cosa es muy grave y que no valen paños calientes para hacerle frente. Porque el rechazo tan extenso a la inmigración que registraba la encuesta no es tanto, que también, la expresión de un fenómeno sociológico –la dificultad de convivir con una inmigración masiva y que, además, ha llegado de golpe– como la manifestación de una ideología de ultraderecha. Que, al igual que en Francia, en Italia, en Holanda, en Austria, en Suiza, en Bélgica o en Dinamarca, ha escogido la inmigración como banderín de enganche de su propuesta. Lo mismo que hizo Hitler con los judíos. O la derecha norteamericana, con el magnate John Rockefeller a la cabeza, en los EEUU de esos mismos años, los de la depresión económica.
Si no estamos ante un hecho ideológico, ¿por qué no todos de los que se ven afectados por los problemas que plantea la inmigración no se pierden en ensoñaciones xenófobas, según confirma el citado sondeo? Se ha dicho que si la encuesta de EL PERIÓDICO se hiciera para toda España, los resultados serían similares. Pero ni un solo dirigente político ha abierto la boca al respecto. Como si el rechazo a los partidos no fuera una de las razones principales del crecimiento de la ultraderecha.

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