La recesión también ha hecho mella en las remesas, el dinero que envían a sus países miles de inmigrantes para ayudar a mantener a sus familiares o invertir. Esas cantidades, que para algunos estados se han convertido en fuente vital de divisas y financiación exterior, sufrieron en 2008 y 2009 un recorte acumulado del 15,6% respecto de 2007, el último año de bonanza en el que España acarició el sueño del pleno empleo. El Banco de España publicó ayer los datos de 2009 de remesas, que sumaron 7.131 millones de euros, un 9,7% menos que en 2008, cuando marcaron 7.898 millones, y un 15,6% menos que los 8.449 millones de 2007, su máximo histórico alcanzado en un contexto de llegadas masivas de extranjeros.

Esta última caída, que situó el valor de los envíos en niveles de 2006, cuando marcaron 7.059 millones, fue causada por el aumento de la tasa de paro general del 8% al 19% y por la precarización laboral, pero también por los numerosos retornos a los países de origen.

Según el Ministerio de Trabajo, la afiliación de extranjeros a la Seguridad Social había caído en diciembre de 2009 en 90.585 trabajadores respecto de un año atrás, pero la sangría se dispara a 240.610 personas comparado con septiembre de 2008, cuando la quiebra de Lehmann Brothers marcó el inicio del ‘crash’ financiero global.

Pese al mal dato del conjunto de 2009, las remesas experimentaron una leve recuperación en el cuarto trimestre, cuando salieron de España 1.911 millones, un 1,8% más que en el mismo período de 2008.