Identidad ecuatoriana

El Universo, 24-03-2010

Antes que hablar de identidad es importante propiciar el debate sobre la construcción de la ecuatorianidad, de lo ecuatoriano, y del país en el que vivimos.

Uno de los fenómenos que impiden esa construcción es la negación de lo que somos, ya que vivimos de las apariencias, de las formas, del ocultamiento de nuestras raíces; las que son añoradas “tardíamente” cuando ya hemos migrado, o cuando escuchamos música popular, o participamos en ciertas prácticas sociales, etcétera.

En este sentido muchas veces pretendemos ser otros y desconocemos nuestros propios orígenes, como cuando evidenciamos el rechazo hacia los demás denominándolos “longos”, “montubios”, “cholos”, “runas”, “negros”, “colorados”, “morenos”, “indios”, “monos”…

Exclusión también llegamos a hacer, por los apellidos y por la posición económica.

Los problemas de identidad del Ecuador no solo pasan por el desconocimiento, sino por la negación de nuestros antepasados, de nuestras raíces, etcétera.

La ecuatorianidad debe pensarse como la posibilidad de generar sentidos de pertenencia, de inclusión de respeto, y de orgullo de lo que somos, de lo que tenemos, y de cómo lo valoramos.

Y esto no quiere decir  que se trata solo de nuestras riquezas naturales, sino de las riquezas culturales que hay en cada cantón, en cada provincia y en cada rincón del país.

La construcción del Ecuador antes que en lo económico y político, debe ser en lo social, en nuestra idiosincrasia y en la educación en valores; pues un Estado que no se reconoce y se valora, es muy fácil de ser vulnerable y de recibir ciertas influencias que lo desgasten y le generen conflictos internos y desunión.

César Ulloa T.,
Guayaquil

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