Insultos racistas para calentar el debate sanitario en EE UU

Canarias 7, EFE, 21-03-2010

Manifestantes contra la reforma sanitaria que se concentraban hoy frente al Congreso estadounidense profirieron insultos racistas contra algunos legisladores demócratas de raza negra que se encaminaban hacia el Capitolio.

Cerca de 2.000 manifestantes del movimiento conservador “Tea Party”, según la cadena de televisión NBC, se concentraron para protestar por una reforma que se votará mañana en la Cámara de Representantes.

Los manifestantes, en su gran mayoría de raza blanca y de mediana edad, instaban a gritos a “tirar a la basura” el proyecto de ley, acompañados de abundantes pancartas.

En algunas ocasiones se acercaron a rodear a los legisladores que acudían hoy al Capitolio para preparar el voto, que contará con el “no” en bloque de los congresistas republicanos y que requiere 216 “síes” para dar por aprobada la medida.

Dos de ellos fueron los legisladores John Lewis y Andre Lewis, que, según testigos presenciales, fueron abucheados con un término despectivo en alusión a su raza negra.

La portavoz del representante demócrata Jim Clyburn, Kristie Greco, denunció que uno de los manifestantes escupió al legislador Emanuel Cleaver, también de raza negra.

Clyburn, que contribuyó a integrar a los estudiantes negros en las escuelas de Carolina del Sur durante la época de la segregación racial, denunció lo sucedido como “absolutamente chocante”.

“He oído a la gente decir cosas hoy que no había oído decir desde 1960”, declaró el congresista a la prensa.

Los simpatizantes del “Tea Party” dirigieron también sus iras contra la caravana del presidente Barack Obama, que acudió al Congreso para dar un último mensaje de aliento a los congresistas demócratas.

Muchos de los concentrados abuchearon al presidente y le mostraron los pulgares hacia abajo, mientras agitaban pancartas en las que se leían mensajes como “Quita las manos de mi chequera y del sistema sanitario”.

La reforma sanitaria es la principal prioridad legislativa de Obama, que se ha apostado su capital político a la aprobación de la medida.

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