OBITUARIO

Wayne Collett, atleta y símbolo del 'poder negro'

Reivindicó los derechos civiles de los afroamericanos en los Juegos de Múnich

El País, JUAN-JOSÉ FERNÁNDEZ, 21-03-2010

Referirse hoy al racismo casi en vísperas de un Mundial en la Suráfrica que hasta los noventa permitía la vergüenza del apartheid no es precisamente lo mismo que hace 40 años. Los Juegos Olímpicos de México, en 1968, pasaron a la historia no sólo por sus marcas, sino porque algunos atletas denunciaron la discriminación de que eran víctima los negros estadounidenses. Tommie Smith, John Carlos y Lee Evans, sobre todo, con guantes y boinas negras en los podios de vencedores, reivindicaron el llamado black power, el poder negro, y ello les costó la expulsión y la marginación.

Cuatro años después, en los Juegos de Múnich, en 1972, la escena se repitió. Sin embargo, se produjo sólo dos días después de la matanza perpetrada por un comando palestino contra la delegación de Israel, lo que estuvo a punto de suspender los Juegos. Tras la peor tragedia de la historia olímpica, no era el mejor momento para más reclamaciones. Pero los ganadores en los 400 metros se atrevieron. El oro era Vince Matthews, y la plata, Wayne Collett, que acaba de fallecer a los 60 años en Los Ángeles, su ciudad, tras perder su última carrera contra el cáncer.

Collett, otro de los extraordinarios cuatrocentistas que ha dado la cantera de Estados Unidos, fue derrotado por Matthews (44,6s por 44,8s), pero había ganado las pruebas de selección previas en Eugene (Oregón) con 44,1s, la mejor marca que se recuerda a nivel del mar.

Matthews y Collett ya anunciaron con su vestimenta nada formal que la ceremonia de entrega de medallas iba a ser diferente. El desprecio al himno y a la bandera estadounidense fueron evidentes. Casi de espaldas, y hablando entre ellos, Matthews, con la chaqueta del chándal abierta, y Collett, peor aún, en pantalón corto y descalzo. El público les abucheó. “No podía estar allí y cantar el himno porque las palabras que dice la letra no son verdad”, contó despúes Collett. “El establishment blanco nos ignoraba y sólo con protestas nos harían caso. Yo amo a América. No soy antiamericano. Simplemente era que el país no cumplía sus principios con los negros. Pensar otra cosa es no entender la lucha de aquellos tiempos”.

La indignación de Avery Brundage, el rígido presidente estadounidense del Comité Olímpico Internacional, fue enorme. Los dos atletas fueron expulsados de los Juegos y sancionados a perpetuidad.

Collett encarriló su vida al margen del atletismo. Ya era un graduado en Ciencias Políticas antes de Múnich, y además cursó un máster en Administración de Empresas y acabó Derecho. Trabajó como abogado y agente inmobiliario y se casó con una juez de la Corte Suprema.

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