Veinticuatro horas sin ellos

El Periodico, Josep Maria Fonalleras, 19-03-2010

El otro día afirmaba Antonio Tabucchi que la situación en Italia es escandalosamente próxima al fascismo, y citaba al alcalde de Treviso, que dice que hay que disparar contra los extracomunitarios como si fueran conejos. Hablaba también de los jóvenes que se dedican a atrapar negros los días de Navidad (un indecente white christmas) y clamaba contra la idea del «futuro que hay que construir», uno de los finales con más éxito –y más nefasto– en los discursos de unos políticos que parece que no vean (o no quieran ver) que la vieja Europa se deshace, preocupada solo por los atributos normativos y pecuniarios, ciega ante la evidencia de un presente oscuro, tenebroso, prisionera de los conceptos vacíos, empujada a una superficie en la que navegan desechos de plástico.
Al escuchar a Tabucchi, recordé el 1 de marzo, aquellas «24 horas sin nosotros» en las que se quería reivindicar, en Francia e Italia, la presencia de los inmigrantes en la vida económica, haciendo visible lo que pasaría si todos se pusieran de acuerdo para desaparecer del puzle europeo durante un día. Sería un caos, que ahora ha reflejado con imágenes un reportaje de L’Espresso dirigido por Riccardo Staglianò. Una asistenta filipina que cuida de abuelos enfermos de alzhéimer, pescadores tunecinos en Sicilia, los sijs que hacen mozzarella de búfala, transportistas, basureros, limpiadores de hospitales, también futbolistas, curtidores de pieles, curas bolivianos y Nabil Hadj Hassen, el cocinero que prepara la mejor carbonara del país. Veinticuatro horas donde se repasan ejemplos que son extensibles a cualquier punto de nuestra geografía. Piezas que ayudan a conformar un rompecabezas que no conviene estropear si no queremos que aquel futuro evanescente del que hablaba Tabucchi se acabe convirtiendo en una realidad construida, entonces sí, con los fundamentos del horror.

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