G.K., de 30 años y origen georgiano, aunque residente en una zona acomodada de Getxo, era el contable y ‘número dos’ de la mafia rusa desarticulada ayer en seis países europeos, entre ellos España, donde fueron detenidas 24 personas. En Cataluña hubo 15 arrestos; en la Comunidad Valenciana, cuatro, los mismos que en el País Vasco y uno en Guadalajara. Según indicaron fuentes de la investigación, G.K. era considerado en la actualidad como la ‘mano derecha’ del ‘Zar’ del grupo criminal, capturado en Barcelona e identificado como Kakhaber Shushanasvili. Se les acusa de tráfico de drogas y de armas, blanqueo de capitales, coacciones, extorsión, asociación ilícita y hasta conspiración para el asesinato.
La macrooperación de ámbito internacional denominada ‘Java’, coordinada por el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlaska, ha contado con la intervención de la Unidad Contra la Droga y el Crimen Organizado (UDYCO), la Ertzaintza, los Mossos d’Esquadra y la Fiscalía Anticorrupción. En un caso de colaboración policial sin precedentes, la brigada de Policía Judicial de la Ertzaintza y la UDYCO llevaban unos tres meses investigando la trama en el País Vasco.
G.K. fue detenido el pasado domingo por agentes de la Brigada Móvil y de paisano de la Policía autonómica, junto a su compañera sentimental, L.T., de 31 años, y dos hermanos R.G., de 54 años, y N.G., de 50, que habían escalado a puestos importantes en la cúpula de la organización criminal, todos ellos de nacionalidad georgiana. G.K. se encargaba también de ‘lavar’ el dinero de la trama, procedente de extorsiones y narcotráfico, con inversiones inmobiliarias y apertura de comercios en España. En palabras del consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, G.K. «era uno de los máximos responsables de la banda a nivel europeo».
Pisos de alquiler
Los cuatro detenidos en Euskadi vivían de alquiler sin grandes lujos ni ostentaciones en un viejo caserón, en el número 2 de la calle Artibai del barrio de Algorta, en la zona de San Nicolás, que perteneció al diplomático y ex secretario general adjunto de la ONU ya fallecido, Jaime Piniés, en venta desde hace meses. En la misma casa también están empadronados dos jóvenes menores de edad, también georgianos.
Los vecinos apenas les veían el pelo, salvo cuando entraban o salían en coches de alta gama, Audi o BMW, o paseaban al perro. Los agentes de la Ertzaintza que registraron ayer la vivienda, se incautaron de gran cantidad de documentación referente a la contabilidad de la banda, que extrajeron en cajas de cartón, además de un coche, pero no armas. Según fuentes de la investigación, este material resultará de gran importancia a la hora de establecer las imputaciones de cara al juicio.
Los detenidos, que declararán a lo largo de esta semana en la Audiencia Nacional, «fiscalizaban las actuaciones de delincuentes de toda Europa», señalan fuentes cercanas al caso. Actuaban en células y cobraban una cuota a otras bandas de delincuentes de menor entidad para poder ‘trabajar’ en el territorio que tenían asignado. También se quedaban «con un porcentaje de los botines», según las mismas fuentes.
En un primer momento se habían instalado en España por motivos de ocio, pero con el paso del tiempo empezaron a recibir fondos de grupos ilícitos del extranjero para blanquear capitales en España, donde llevaban una vida «totalmente normal».
La redada se desarrolló en paralelo en otros países europeos como Francia, Italia, Suiza, Austria y Alemania, además de en España. En total fueron detenidos unos 69 individuos, considerados hombres de confianza de los grandes ‘capos’ de los grupos del Este.
Esta operación es la tercera que se desarrolla en España desde 2005 contra las redes criminales de origen ruso o georgiano, después de las conocidas como ‘Avispa’ y ‘Troika’, con más de cien detenidos.
El ‘Zar’ Shushanasvili, que estaba a punto de convertirse en ‘Vor Z Konen’ (ladrones de Ley), máximo escalafón en la mafia rusa