pocos manteros vemos en Pamplona. Será por este tiempo tan frío, más apropiado para curar jamones que para estar comprando y vendiendo discos en la calle. Los vendedores ambulantes nos encuentran en los bares, y lo mismo nos ofrecen juegos para la Play, los éxitos de Estopa o la última de Tarantino. Ayer, en una cafetería de la Rotxapea, cuando le dimos calabazas a un chaval senegalés, lo último que se me ocurrió fue que, mientras se tomaba una fanta de naranja, con su bolsa de cd encima de la mesa, él estaba cometiendo un delito, porque sólo exhibir la mercancía sin venderla es un delito castigado en este país con entre seis meses y dos años de cárcel, y multas de hasta 3.000 euros.

Ibrahima, preso en Zuera, Aladji, condenado a la cárcel de Basauri, Mamadou, Musa, Ousmane, y así hasta 96 personas están ahora mismo en diferentes prisiones de la piel de toro, y varios cientos con causas penales abiertas por la misma razón: vender discos piratas para sobrevivir. La mayoría de ellos son inmigrantes sin papeles y, una vez condenados, a veces les expulsan y siempre quedan con antecedentes penales, lo que aún hace más difícil su regularización.

Nada sabríamos de todo esto si no fuera por organizaciones como Mbolo Moye Doole o por las redes de apoyo a sin papeles que pelean por la despenalización del top-manta, e impulsan esta semana la iniciativa Manta Blanca. Porque esta semana termina el plazo para hacer aportaciones a la reforma del Código Penal, y comienza el turno de los políticos. En sus manos está aprobar una reforma que saque el tema de lo penal y les juzgue por lo civil para que, en lugar de ir a la cárcel, puedan tener una sanción administrativa.

Cabezas de turco del descontrol que ha traído Internet al mundo de los derechos de autor, se quiere responsabilizar a los manteros de la crisis de la industria discográfica, a ellos, que venden copias para conseguir 10 euros al día. Sobre ellos, el último eslabón de la cadena en el fructífero mundo de las copias ilegales, Miguel Bosé decía ayer: “Cuando veo a un mantero con mis discos, tiro de la manta y llamo a la Policía; me está robando”. Para mí que encarcelando a gente en el límite de la sobrevivencia no se protege a los creadores. Y además, entre nosotros: que levante la mano quien no se ha descargado, pirateado o tostado un disco alguna vez. Nos vemos este sábado, en el otro lado de la Manta Blanca.