MADRID – Mientras los policías piden más efectivos para trabajar en el CIE, los internos piden mejoras en su día a día. Los intentos de motín pactados y las huelgas de hambre son ahora la prioridad de los inmigrantes, según sus familiares.

Estar al otro lado del muro tampoco es fácil y el sufrimiento es una constante. Especialmente, cuando las noticias sobre lo que allí ocurre dentro son como las que hizo público ayer  Ferrocarril Clandestino acerca de lo que sucedió durante la madrugada del 8 al 9 de marzo.

La asociación explicó que, sin previa notificación, uno de los internos fue obligado a salir de su celda y recluido en un furgón policial donde se le trasladó al aeropuerto de Barajas para deportarle. El ciudadano de nacionalidad angoleña se negó a bajar del furgón policial cuando los agentes se lo pidieron y fue  inmovilizado  con una camisa de fuerza.

«En esta absoluta situación de indefensión, el ciudadano fue trasladado a dependencias policiales del mismo aeropuerto donde los agentes le profieren repetidamente insultos tales como “yo soy racista y te voy a mandar a tu puto país, cabrón” y a golpearle con saña hasta provocarle el estado de semiinconsciencia con el que fue devuelto al CIE a primera hora de la mañana del día 9», según relataron a Ferrocarril Clandestino,  diversas fuentes.

Por eso,  la asociación puso ayer en conocimiento del Defensor del Pueblo y de un juez estos hechos. La Jefatura Superior de Policía, por su parte, desmiente que haya habido maltrato por parte de los agentes y aunque reconoce que fue atendido por un médico, asegura que el interno presentaba «contusiones leves».