Comunitat

La Casa Caridad reparte tanta cantidad de comida como en la época de la posguerra

La entidad benéfica sirvió 340.000 raciones de alimentos durante el año pasado y calcula que 2010 «será todavía peor»

Las Provincias, 26-02-2010

Han pasado seis décadas pero la crisis parece haber detenido el tiempo. Las 340.000 raciones de alimentos servidas en 2009 trasladan a Casa Caridad a los años sórdidos que siguieron a la guerra civil. Como entonces, el hambre invade las calles de Valencia. «Estamos en cifras de la posguerra, es de los peores momentos que ha tenido España», lamentó ayer el presidente de la entidad, Antonio Casanova, durante la presentación del IV Informe de Pobreza.

La institución benéfica repartió el año pasado cerca de 144.000 comidas a mediodía, un 143% más que en 2008. «La situación es dramática y de alarma social. Estamos ante una emergencia nacional», alertó Casanova.

Los nuevos rostros de la penuria son inmigrantes que han regularizado su situación en la Comunitat. Son jóvenes, tenían trabajo estable e incluso una vivienda. Hasta que la crisis se llevó por delante todo lo que habían construido con años de esfuerzo y sacrificio. Nunca antes habían requerido la atención de la institución. Hoy representan, con 33.000 atenciones, el 23% del total de usuarios del comedor. Proceden, sobre todo, de Argelia, Marruecos y Bolivia. «Al estar desempleados temen no poder renovar sus permisos de residencia y pasar a ser irregulares», explicó el presidente de la institución valenciana.

Los ojos inocentes de los niños se cruzan con las miradas de los adultos, ya curtidas por el sufrimiento. Junto al aumento de extranjeros con papeles en riesgo de exclusión, preocupa el incremento de familias completas. Su presencia en Casa Caridad Valencia se ha multiplicado por cinco en el último año.

José Tosube se sienta a comer en el amplio comedor del Paseo de la Pechina desde hace un mes. Le acompañan su mujer y sus dos hijos, de dos y cuatro años. «El pequeño aún no se da cuenta pero José María, de cuatro años, ya se entera de todo. «Sufro mucho por él», reconoció este boliviano.

A sus 29 años, José lucha cada día por sacar adelante a su familia. «Vivimos en la casa de mis suegros. Busco empleo, da igual de lo que sea, pero no hay nada», cuenta desesperado. Los fines de semana gana unos 25 euros por trabajar en una peluquería. «Con eso es imposible mantener a mi esposa y a mis hijos. No puedo más. Estamos pensando en regresar a nuestro país», afirmó mientras arrastraba un carrito de niño.

Durante 2009, Casa Caridad registró 8.000 atenciones a menores de edad acompañados por sus familias. La falta de recursos de estas personas lleva aparejado un problema social. «La mayoría de estos niños no están escolarizados, lo que agrava aún más su situación. Debemos evitar que este riesgo de exclusión se traslade de padres a hijos y para ello hay que seguir trabajando desde una atención integral y personalizada», apuntó Casanova.

María Elena Moroche y su hijo, José David, también llenan su estómago gracias a la entidad benéfica. Esta madre dejó su Bolivia natal hace más de tres años para buscar una vida mejor en la Comunitat. Aquí nació su pequeño de 16 meses. «El padre se desentendió desde el principio. Estoy sola con todo». Además, asegura que no puede trabajar porque tiene que cuidar a José David, que nació con problemas. «Tiene dos dedos de las manos unidos. Ya lleva dos operaciones», explicó mientras el niño jugaba con un gran camión de juguete.

La última bocanada de aire fresco para María Elena llegó hace unos meses, cuando los servicios sociales le concedieron 350 euros. Pero el dinero se esfumó pronto. Pagó 240 por tres meses de alquiler en una habitación y el resto lo gastó en comida. Y se quedó sin cobijo. «Estuvimos seis meses en la Casa de Acogida de Campanar pero se acabó el plazo y volví a verme en la calle». Desde hace tres noches ocupa una de las 70 plazas que tiene disponible el albergue de Casa Caridad.

Más de 35.000 españoles

Los valencianos también llenan las largas colas para conseguir un plato caliente que sacie su hambre. Desde el departamento de Trabajo Social constatan que durante 2009 se realizaron 35.221 atenciones a españoles, 17.000 más que el año anterior, lo que se traduce en un aumento del 96%.

Aún así, los inmigrantes ilegales continúan copando el grueso de las atenciones, con más del 52% del total. La mayoría, proceden de Ecuador y Bolivia.

«Hasta hace unos años el perfil de español atendido era el de persona sin hogar, sin redes sociales ni familiares, con adicciones a las drogas o al alcohol. Ahora muchos de los que acuden a nuestras puertas son personas normalizadas, cuyo principal problema es que no tienen recursos económicos. Quienes vienen en la actualidad lo hacen con desilusión porque el futuro es desesperanzador», aseguró el vicepresidente de Asuntos Sociales, Luis Miralles, quien matizó que el 25% de ellos son valencianos.

Y es que la palabra esperanza parece que tampoco se hará un hueco este año. 2010 se presenta complicado. Para Casanova, «será peor que 2009 y 2011 tampoco parecer que vaya a marcar un cambio de rumbo».

Según el máximo dirigente de la entidad benéfica, resultará «difícil absorber a corto plazo a todos los parados que hay, que de forma oficial son cuatro millones pero extraoficialmente suman seis, si se tienen en cuenta a los autónomos y a los inmigrantes ilegales», señaló Casanova, quien lamentó que nadie tome soluciones. «Nadie le pone el cascabel al gato», dijo.

Las cifras más recientes de reparto de alimentos siguen arrojando malas noticias. El mes pasado se distribuyeron 12.178 raciones de comida a mediodía, cuando en el mismo mes de 2009 se contabilizaron menos de 8.000.

En sus más de 100 años de historia, Casa Caridad no ha cerrado sus puertas ni un solo día. En la actualidad, el coste de cada jornada asciende a una media de 6.900 euros. «El presupuesto de la institución para este año es de 2.477.000 euros», estimó Casanova.

De momento, la institución tiene aasegurada la mitad del dinero (gracias a los socios, entidades solidarias y entes públicos). El otro 50% está en el aire. «No tenemos garantías del resto, nos preocupa que puedan bajar los donativos de la gente», admitió el presidente.

Más donativos

Y ello, pese a que el año pasado las ayudas desinteresadas superaron las 5.400, lo que supone el doble de las recibidas en 2008. También el número de socios aumentó en 2009, situándose en 2.432, un 15% más que el año anterior. En este sentido, Miralles hizo un llamamiento para que se mantenga esa actitud solidaria. «Hacerse socio sólo cuesta un mínimo de 10 euros», informó.

«El apoyo de la sociedad valenciana ha sido siempre impresionante. Sin su generosidad todo esto sería imposible», reconoció el gerente de Casa Caridad, Fernando Giner.

La centenaria asociación revisará «punto por punto» todas las partidas de gastos y confía en que no se reduzca la aportación de las instituciones públicas, de alrededor de un millón de euros y de las 262 empresas solidarias, que alcanzan los 350.000.

La asociación benéfica seguirá trabajando para tratar de que nadie en Valencia pase hambre. «Es inadmisible que en España la gente pase necesidad», aseguró. «La sensación que da es que nos acostumbramos a que no pasa nada», denunció Casanova.

El presidente de Casa Caridad criticó «el derroche sin sentido» que están haciendo las Administraciones Públicas y les pidió que conviertan la política social en una realidad. «Todas las partes implicadas deben ponerse de acuerdo», exigió.

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