Tribuna Abierta

La identidad entre deber y desear ser

Diario de noticias de Gipuzkoa, por José Luis Gómez Llanos, * Sociólogo (http://www.atalayapolitica.blogspot.com), 24-02-2010

llevo varios días intentando entender de qué trataba exactamente el enfrentamiento entre Patxi López y Joseba Egibar ante la diputación permanente del Parlamento Vasco el pasado día 28 de enero de 2010. Iba de identidades, eso sí que me quedó claro. ¿Pero qué se dijo exactamente y qué quisieron trasmitirnos?

A lo largo del tiempo las peculiaridades vascas, la extensión de su territorio, sus fronteras culturales, económicas y políticas, formas de gobierno, régimen jurídico interno etc. han ido evolucionando, cambiando al ritmo de fenómenos similares que afectaban a otros pueblos cercanos y menos cercanos, y que han marcado nuestro devenir histórico. Las mezclas y mestizajes han sido la tónica hasta llegar al país que somos hoy. Por lo tanto, su identidad colectiva o nacional si se quiere ha sido siempre provisional, coyuntural. Si admitimos que eso es una constante en la historia de todos los pueblos de la humanidad, no se entiende que se esta queriendo decir cuando se trata de identidad nacional puesto que está en permanente mutación. Por lo tanto, ¿existe la identidad nacional vasca? ¿Cuál es y de qué elementos está compuesta? Si ésta es cambiante, en perpetua mutación, ¿en qué momento de su historia nos detenemos para consignarla, para hacerla perenne, para elevarla a icono identitario?

En Francia, en estos momentos, por iniciativa del gobierno se está debatiendo de un modo organizado sobre la identidad nacional francesa, seguramente, aunque no se quiera reconocer, como consecuencia de las dificultades de integración que encuentran varias generaciones de inmigrantes de origen árabe. Debate cuya oportunidad y metodología han sido cuestionadas por numerosos sectores de la sociedad que han visto en su potenciación un oportunismo racista por parte del gobierno, con fines electorales. En Euskadi parece que el significado del debate sobre la identidad es otro porque al final, integrados o no, asimilados o no, lo único que sabemos con seguridad es que es nacional quien posee un documento que le reconoce dicha condición, sea cual sea su manera de sentirse vasco o/y español, o sencillamente ni lo uno ni lo otro, y tanto aquí como en el país vecino la identidad nacional es ante todo una categoría político – administrativa donde el atributo de ciudadano nacional se despacha a base de consideraciones de oportunidad. Luego la identidad nacional es un status legal que nada tiene que ver ni con nuestra psique, ni ideologías, ni lengua, no posee ningún contenido individual, ni define a nadie en lo que cada uno de nosotros somos de singular. A diferencia de lo que ocurre en Francia, en Euskadi estaríamos hablando de que un sector de la población que desearía ver extendido un carné de identidad como atributo de pertenencia legal y administrativa a un país distinto. En Francia, para algunos habría más franceses de los debidos. En España, habría más españoles que lo que desearían algunos. Pero este problema no surge de una supuesta facilidad con la que habríamos naturalizado a nuestros inmigrantes, sino del agravio de algunos españoles que lo fueron siempre y que ahora lo cuestionan. En Francia la crisis de la identidad podría estar gestándose al considerarse que algunos franceses no cumplen con su deber. En España se trataría de saber si todos los que lo son, desean seguir siéndolo. En Francia, el problema es quien cumple con el deber nacional. En España, se trata de establecer el grado de deseo exigible de ser nacional para pertenecer a una comunidad nacional.

Contrariamente a las identidades nacionales o legales, las identidades culturales y lingüísticas ocupan otro rango en la organización societaria y requieren de dispositivos más etéreos, menos coercitivos y más evolutivos… puesto que lo que está en juego es la interacción, la mezcla, la creación de la sociedad tolerante, cohesionada. La superposición sutil y democrática de ambos planos se alcanza a condición de no desequilibrar los derechos de la identidad lingüística y cultural de cada colectivo poseedor de una misma identidad político – administrativa.

El conflicto de legitimidades nacionales se exacerba cuando se pretende presionar sobre un plano para alterar el complejo equilibrio del otro. Casi nunca los encajes estatales coinciden con los culturales y lingüísticos.

Su remedio es el pacto interno en cada Estado para salvar la riqueza y variedad que atesora, desde luego ya no es la hora de crear nuevos estados que reproducirían al revés las taras de las que se ha pretendido huir, creando otra mitad de la población descontenta, o obligada a desplazarse a otro espacio mas conforme con su identidad cultural y/o lingüística que nunca encontrará en ninguna parte. ¿Y si lo que encierra al otro en su identidad rígida y cerrada es nuestra manera de mirarla? Como eso es a menudo así, nuestra mirada también puede liberar al otro de sus estrecheces porque nada nos limitaría tanto como refugiarnos en un pasado idealizado y paralizante.

Condorcet, el principal artífice de la transformación de un sin fin de medidas de peso, distancia, etc. del Antiguo Régimen en el sistema decimal actual, gritaba en la Asamblea Legislativa revolucionaria de 1792 al despedirse de los dos astrónomos que iban a medir físicamente un meridiano terrestre: “Id al encuentro de la medida para todos los hombres para todos los tiempos.”. En esa época se reinventó la patria, la nación, el individuo y los derechos. Desde entonces intentamos a duras penas no defraudar a los padres de la libertad.

En la diputación permanente del Parlamento Vasco estaba cantado el recurso a transposiciones metafóricas que acabaron en el onírico y sugerente mundo de los peces de colores. Su contradictor acababa de invocar el sinsabor del pienso de los peces que nos condena a una identidad, sosa, y carente de personalidad con un carné equivocado en el bolsillo. Nadie entendió nada. Unos días después la agencia Efe comunicaba lo siguiente:

“Un hombre de 35 años fue detenido ayer por la Ertzaintza en Villabona, acusado de intentar robar en un almacén de piensos de la localidad, según informó Interior. Los agentes acudieron al negocio después de que un vecino alertara a las 2.00 horas de que un individuo había tratado de entrar en él, aunque no pudo. Sin embargo, dos horas después volvió a intentarlo y fue arrestado”. ¿Víctima del síndrome de abstinencia identitaria? Supongo.

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