Dulces árabes milenarios en Donostia

Diario de noticias de Gipuzkoa, , 16-02-2010

La historia del dulce árabe baklawa se remonta a la antigua Mesopotamia, cuando marineros y mercaderes griegos quedaron prendados por el sabor característico de este majar, que fusiona hojaldre con frutos secos y agua de azahar, entre otros ingredientes.

Ahora, los donostiarras y los visitantes que recorran la ciudad tienen la posibilidad de degustarlo gracias a la persistencia de Antonio Abdel Nour Meghames, quien abrió hace unas semanas La Petit Patissier en la calle San Juan de la Parte Vieja.

Y parece que el dulce ha causado furor entre la ciudadanía, que lejos de mostrarse reacia hacia una nueva gastronomía, llevó a este hostelero a elaborar más de 150 kilos de baklawa en menos de dos semanas.

“Tiene un sabor muy particular que engancha”, confiesa mientras ofrece una muestra a los congregados en la pastelería. Allí, también se puede encontrar el dulce yamila, característico por su base de queso.

De este modo, los más golosos pueden acompañar estas delicias con una café o un chocolate, ya que están especialmente indicados para el desayuno. Asimismo, no será extraño encontrar estos dulces en hoteles de la ciudad, ya que el pastelero mantiene contacto con varios establecimientos hoteleros para incluir el baklawa en su menú.

Su acogida en el barrio ha sido buena, y el confitero no dudó en enviar bandejas de dulces artesanos a los vecinos y locales adyacentes para estrechar la amistad.

Además de la pastelería con productos elaborados en el local, La Petit Patissier también cuenta con productos autóctonos como los elaborados por Gorrotxategi y una amplia variedad de pasteles y bollos. De cara al verano, pretende ofrecer promociones que incluyan un bocata, un refresco y un dulce a un precio asequible, y cuenta con un surtido de helados, con el fin de ofrecer una alternativa a los establecimientos habituales regentados en la época estival.

En este sentido, se muestra esperanzado de que “las cosas vayan mejor” una vez terminadas las obras de la plaza, que “sin duda darán mucha vida al entorno”. Y es que el pastelero se las vio y deseó para llevar adelante este proyecto y conseguir financiación, pero “ya estamos en ello y ahora hay que pelearlo”.

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