La muerte de un inmigrante en Milán desata una batalla campal

El Periodico, 15-02-2010

Un pisotón involuntario en un autobús urbano desencadenó el sábado en Milán cinco horas de guerrilla urbana entre jóvenes de origen árabe y latinoamericano que dejó un muerto, dos heridos, 36 detenidos y cuantiosos daños materiales. La mayoría del centenar de protagonistas que intervinieron eran jovencísimos, pertenecientes en su mayoría a la primera generación de hijos de inmigrantes nacidos en Italia, por lo que la preocupación de las autoridades y responsables de las instituciones es mayor que en otros disturbios violentos.
El escenario de los incidentes, durante los que los magrebís destruyeron numerosos restaurantes latinoamericanos, vehículos aparcados en la calle y tiendas de italianos, fue Via Padova, una calle de tres kilómetros con la mayor densidad de inmigrantes en el noreste de Milán. A la multietnicidad se le suma la venta de drogas, la prostitución y los ajustes de cuentas, un cóctel que ha devaluado un barrio donde en los años 60 vivía la pequeña burguesía. En la zona, los magrebís regentan ahora unas 400 carnicerías y cada tienda italiana que cierra es comprada por un extranjero. Hay edificios donde los empleados municipales de la limpieza no quieren entrar.

EN EL BUS / Las discusiones comenzaron a bordo del autobús número 56, cuando el egipcio Ahmed Andel Aziz el Sabed Abdu, de 19 años y con un flamante permiso de residencia, pisó sin querer el pie de un peruano o ecuatoriano. Al llegar a la parada, bajaron todos los jóvenes, salieron a relucir las navajas de los latinos y el pizzero egipcio fue acuchillado en el tórax, cayendo muerto al instante. Sus compañeros empezaron entonces a perseguir a los latinoamericanos por la calle y sus aledaños y la emprendieron contra todo lo que encontraban: vallas, contenedores de basura, coches, escaparates o restaurantes étnicos suramericanos.
A las reyertas se unieron las mujeres árabes que desde los balcones empezaron a tirar objetos. Cuando llegó la policía municipal y la nacional, la caza al latinoamericano prosiguió en las callejuelas paralelas. «Alá es el más grande» gritaban los magrebís, que intentaron primero llevarse el cadáver del compañero, lo que la policía impidió, para después encender una fogata en el lugar de su muerte.

EL IMÁN PIDE CALMA / El imán de la mezquita local, Mahmud Asfa, pidió a su comunidad que «no busque venganza», pero durante la pasada noche la policía seguía en el lugar para impedir que prosiguiera la violencia. «No nos sentimos rehenes de los inmigrantes, lo que sucede es que algunos de ellos piensan que aquí pueden hacer lo que les dé la gana», explicaron algunos italianos residentes en la zona.
«El municipio nos ha dejados solos», denunciaba un colectivo italiano de la zona, que está organizando una manifestación para los próximos días. Otros relataban que «se trata de chicos nacidos aquí, que tienden a formar grupos y bandas y se desplazan como si fuesen los dueños del barrio».
La multitudinaria reyerta ha encendido el debate político, alimentado por la Liga del Norte, cuyo eurodiputado Matteo Salvini pidió que el ministro del Interior, Roberto Maroni, también de la Liga, expulse a los inmigrantes y la policía controle «casa por casa, piso por piso». Pierluigi Bersani, líder de los progresistas, en la oposición, echó en cara a los conservadores que «gobiernan la ciudad, la diputación y la autonomía regional» a que entiendan «que ha fracasado su política, tanto en integración como seguridad».

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