«Las ciudades son su gente y por eso me siento bilbaíno»

El Correo, LAURA CAORSI, 15-02-2010

La que sigue es una historia mundial, y no sólo porque Juan José haya nacido en Sudáfrica, sino porque es todo un trotamundos. A sus 27 años, este joven de Johannesburgo ha vivido en tres continentes, cinco países y siete ciudades; habla cinco idiomas y ha empezado a estudiar el sexto. Para más detalles, francés. «Me gusta la comunicación y se me dan bien las relaciones públicas», dice. Y se nota, porque en el transcurso de la charla se encuentra con varios amigos, empezando por los dueños del bar donde tiene lugar la entrevista.

«El primer trabajo que tuve en Bilbao fue aquí», explica Juan José, que en la actualidad es camarero en un importante hotel de la ciudad. «Sólo llevo cuatro años en Euskadi, pero tengo muy buenos amigos. Aunque no tenía previsto quedarme y el viaje fue un poco por casualidad, he echado raíces aquí», señala este sudafricano, que llegó a la capital vizcaína acompañando a un amigo escocés que quería aprender castellano.

«Sé que suena un poco complicado, y toda mi historia es así, pero voy a intentar simplificarla», agrega Juan José con una amplísima sonrisa. Comienza por el principio: «La familia de mi padre es de ascendencia vasca, aunque él es peruano. A finales de los setenta, se trasladó por trabajo a Johannesburgo, donde conoció a mi madre, que es sudafricana. Yo nací allí y viví mis primeros años en el país, hasta que mis padres decidieron marcharse a Lima, ya que al final del Apartheid, el ambiente social y político en Sudáfrica era muy tenso».

Juan José vivió en Perú varios años, aunque repartió su adolescencia y sus estudios entre el país andino y el africano. «Mi madre pensaba que la educación media era mejor en Johannesburgo», apunta. Sin embargo, hizo su carrera universitaria en Lima. «Estudié Administración de Hostelería y Turismo y, como tuve las mejores notas de mi promoción, me enviaron a hacer las prácticas en un hotel de Cádiz, donde estuve tres meses», relata con orgullo.

Aquel no era su primer viaje y, decididamente, tampoco sería el último, porque Juan José tenía claro que no quería quedarse en Perú. «Nunca pude adaptarme – confiesa – . Yo soy gay y la sociedad allí es bastante conservadora, así que eso suponía un problema. Además, mi padre se dedica a la política y es presentador de televisión. Es alguien conocido allí y por ello teníamos que estar siempre con guardaespaldas y escoltas. La clase política peruana es muy pesada y yo no me sentía cómodo».

Lugares cosmopolitas

Decidió buscarse la vida en Estados Unidos; primero en Miami y después, en Nueva York. «Trabajé en un montón de cosas y muchas estaban por debajo de mi cualificación profesional, pero a mí no me importó. Pasé esa etapa como una experiencia de vida muy valiosa y la viví como un juego. Quiero decir, yo no tenía la obligación de emigrar ni lo hice por dinero o para mantener a mi familia. Fue al revés. Sabía que siempre podría regresar a casa y eso me daba mucho margen de maniobra».

Aun con ese ‘seguro de vida’, su idea era progresar y prefería seguir por su cuenta. La determinación de no vivir en Perú le motivó a pedir un visado temporal de trabajo en Reino Unido y, cuando se lo dieron, no lo dudó un instante. «Londres fue una de las mejores experiencias de mi vida. Es una ciudad alucinante, cosmopolita, que te atrapa. Y Bilbao, en cierto modo, se le parece. Además del clima, hay una parte de la sociedad que me hace recordar aquello. Hay más libertad, nadie me ha discriminado por ser homosexual, ni me ha tratado en plan despectivo».

En su opinión, cuando las personas viven en un lugar, aunque no hayan nacido allí, acaban incorporando su cultura. «Hay un lema que dice ‘We are all London’ (todos somos Londres) y creo que es verdad. Las ciudades son su gente y por eso hoy me siento bilbaíno. También soy sudafricano, y estadounidense y peruano… A veces escucho comentarios racistas o xenófofos y me apena», dice Juan José. «Para evitar eso y relacionarse con normalidad, viajar es muy positivo. Deberíamos hacerlo más a menudo», concluye.

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