Dejó un trabajo en Senegal en 2008 sin saber que en Sevilla le esperaba el paro

Sene Mané vive con un tío suyo y pendiente de que le salga algún curso de formación para ir tirando, aunque aún no se le ha pasado por la cabeza regresar a su país

ABC, P. G. SEVILLA , 12-02-2010

Tiene 27 años y muchos sueños e ilusiones. Las mismas que hace ahora casi dos años le llevaron a abandonar su país de origen, Guinea Bissau, para trasladarse a Sevilla con un contrato de trabajo. Tras ocho años en Senegal, empleado como ayudante de carpintero en una de las empresas más importantes de aquel país, le surgió la oportunidad de dar el salto a Europa y se decidió a probar suerte.
«En Senegal trabajaba mucho pero ganaba muy poco y no tenía suficiente para vivir», comenta Sene, que llegó a la capital hispalense en abril de 2008 con un contrato de un año que luego se le renovó por seis meses más en el sector de la Construcción. A su término, e instalada de lleno la crisis económica, sus posibilidades de encontrar empleo se vieron cada vez más reducidas, logrando sólo pequeños contratos «por horas» limpiando cristales o en labores de mantenimiento, con los que sacaba no mucho más de 200 euros, «con los que no se puede vivir». Su suerte es que está en la casa deun tío suyo que lleva en Sevilla casi diez años, lo que le permite seguir buscando trabajo y esperar respuesta satisfactoria de alguna solicitud de las que ha echado para cursos de formación o para trabajar en el campo.
«La situación es muy complicada, porque se trata de una crisis mundial. Mi sueño —relata— era haber podido conseguir durante el primer o segundo año de mi estancia en Sevilla un trabajo que me permitiera pagar un alquiler, la luz, el agua… pero sin empleo, la cosa está difícil». Pese a todo, Sene se muestra optimista y considera que «lo peor ya está pasando. Tengo muchas, muchas, esperanzas de que la situación va a cambiar». Este joven dice sentirse muy a gusto en Sevilla, de la que destaca su clima, «muy parecido al de mi país», así como el carácter de sus gentes, «abiertas y simpáticas. Sales a la calle y puedes hablar con todas las personas. La verdad es que no he tenido problemas para adaptarme». Pero ello no le basta para aferrarse a Sevilla, porque estaría dispuesto a marcharse a otra ciudad española en la que le ofrecieran un contrato o un puesto de trabajo.
Algunas de las ofertas que surgen son para él poco viables —«exigen carné de conducir o vehículo propio»—, si bien nunca se ha planteado que su condición de inmigrante pueda suponer un obstáculo: «Cuando no he podido conseguir algún trabajo he pensado que es sólo mala suerte».
Sene Mané colabora en la actualidad con una plataforma de asociaciones de inmigrantes, mientras no ceja en su empeño de encontrar un empleo, «de vigilante o en la construcción», que le dé lo suficiente como para poder vivir, pagarse un alquiler y enviar algo a su familia en Guinea, «porque allí, lo poco que yo pueda mandar es mucho», confiesa con una media sonrisa. Lo que Sene tiene muy claro, por el momento, es que «no me planteo volver atrás, a mi país, porque aquello está peor aún».

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