Rabat y Oslo se enzarzan en un conflicto bilateral por un pleito del atleta marroquí Jalid Skah

El Periodico, 06-02-2010

Arropado por la diplomacia marroquí, Jalid Skah está dispuesto a sudar la camiseta como nunca. El campeón olímpico de los 10.000 metros en los Juegos de Barcelona se ha visto envuelto en una nueva carrera, esta vez judicial y diplomática, por la «recuperación» de sus dos hijos. Tarik, de 13 años, y Selma, de 16, abandonaron Marruecos de forma misteriosa rumbo a Noruega con su madre, de esa nacionalidad, el pasado mes de julio. Un pleito familiar que amenaza con derivar en un espinoso conflicto entre Oslo y Rabat.
El atleta denuncia que su exmujer, Anne Cecile Hopstock, le ha arrebatado a sus hijos. Afirma que cruzaron la frontera de Ceuta «sin documentación, clandestinamente», acusa a la embajada de Noruega en Rabat de «colaborar» en su «salida ilegal» y exige que su exesposa y quienes la ayudaron «sean juzgados».
«Casi secuestro»
Jalid y Anne Cecilie se separaron en el 2006 en Oslo, ante un tribunal que les concedió la custodia compartida. Ella asegura que marcharse de Marruecos fue una decisión «voluntaria» de sus hijos, que el pasado martes lo corroboraron ante las cámaras de la cadena de televisión noruega TV2 Nyhetskana. «Nosotros elegimos huir», dijo Tarik. Su hermana Selma fue aún más dura: «No podíamos hacer una vida normal. No podíamos ir a la escuela». Incluso el entorno deportivo de Skah asegura que «los niños se encontraban en una situación de casi secuestro».
Skah se defiende y el Estado marroquí lo defiende también: «Desde que me quitaron a mis hijos, se quiere probar que soy un mal padre y que ellos se encontraban como en una prisión, ¡y yo lo que soy es una víctima del racismo!», vociferaba el jueves en una rueda de prensa en Rabat. «Los niños son manipulados por el Gobierno noruego y su madre», sentenció el legendario fondista, blandiendo con furia un póster con la imagen de Tarik y Selma. «¡Secuestrados por los noruegos, violadores de la ley internacional!», gritó.
Desde Oslo todo se ve distinto, claro. Si Skah no ha vuelto a tener noticias de sus hijos es porque «ellos no han querido». «Mi hija tiene 16 años y si no ha llamado a su padre será por algo, ¿no?», dice Hopstock en una conversación telefónica con EL PERIÓDICO. «Su padre confiscó los pasaportes de los chicos y se negó a que viajaran a Noruega. Ahora son felices», añade.
Lo más claro de esta enrevesada historia es que la exmujer de Skah regresó a Marruecos para visitar a sus hijos en mayo del 2009, y contactó con su embajada pidiendo refugio porque «la seguridad de ambos estaba amenazada», según denunció. Tarik y Selma fueron albergados en la residencia del embajador noruego durante tres días, y partieron hacia Oslo.
¿Cómo? El Gobierno noruego negó toda implicación en su salida, pero el lunes acabó admitiendo que en ella participaron dos miembros de las fuerzas especiales. Eso sí, según Oslo lo hicieron «durante sus vacaciones» y «a espaldas de sus superiores». Además, un diplomático «acompañó a los chicos en una pequeña distancia para entregarlos a una persona de confianza designada por su madre», dijo un portavoz de Exteriores noruego.
Indignación marroquí
Rabat ha denunciado reiteradamente la implicación de la embajada en la travesía a Europa de los chicos, que se hizo «desde un puerto deportivo y con el recurso a redes mafiosas de inmigración clandestina y de tráficos ilegales de todo tipo», aseguró en un comunicado el Ministerio de Asuntos Exteriores. El ministro, Taib Fasi Fihri, recibió esta semana a un grupo de periodistas noruegos ante los que censuró la «operación de secuestro» y exigió que quienes participaron en ella «sean entregados a la justicia». El jefe de la diplomacia marroquí insistió en que «la verdad se conozca» y en que «los derechos de los niños y sobre todo los del padre se reconozcan».
Estos seis meses tormentosos han agujereado las relaciones bilaterales entre Oslo y Rabat, y el caso puede derivar en una crisis diplomática de calado si Jalid y Anne Cecilie mantienen el pulso. Pero de momento el apoyo «incondicional» de las autoridades marroquís a su campeón olímpico no está dando fruto, y así las cosas, si ni la vía judicial ni las gestiones diplomáticas prosperan, Skah está dispuesto a resolver el caso a golpe de talonario. Ofrece 500.000 dólares (367.000 euros) a quien le traiga a sus hijos.

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