El Partido del Té exhibe su poder

El Correo, MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL, 06-02-2010

Son una rémora del pasado, la fuerza del futuro y la incógnita política más inquietante de la política estadounidense. Hace un año el Partido del Té era una mera referencia histórica a los colonos estadounidenses que iniciaron la revolución con la excusa de los impuestos al té. Hoy han conseguido desmontar la mayoría absoluta de los demócratas y celebran su poder en la primera convención.

Prueba de lo difusa que es esta nueva formación sin cabeza ni estructura, que dice nutrirse de independientes pero en realidad recoge a la ultraderecha del Partido Republicano, es que ayer la noticia más leída en Yahoo se titulaba «Movimiento del Partido del Té: Quiénes son y qué quieren».

La prensa había acudido a saciar la curiosidad al hotel de Nashville donde unas 600 personas, la mayoría blancos de edad madura, se habían registrado para esa primera convención. El precio de 549 dólares (402 euros) más hotel y avión resultaba tan desorbitado para un movimiento de bases que su reconocido ánimo de lucro ha provocado el primer cisma interno. Las congresistas Michele Bachman y Marsha Blackbur se han retirado de la lista de ponentes por temor a violar las normas éticas del Congreso.

Libre de cualquier cargo público, la ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin puede aplicar sus tarifas de 73.000 euros por aparición. Las 500 personas que hasta ayer se habían registrado para verla habían tenido que abonar 255 euros, aunque ya hubiesen pagado la entrada para los tres días.

Las cámaras se sintieron automáticamente desencantadas por la ausencia de las coloridas pancartas racistas que los miembros de este partido pusieron de moda el verano pasado en los coloquios ciudadanos sobre la reforma sanitaria. No había carteles de Barack Obama vestido de hechicero con un hueso en la nariz o con un bigote de Adolf Hitler, pero el ponente estrella de la noche inaugural no decepcionó.

«La gente que ni siquiera sabía deletrear la palabra ‘votar’ o pronunciarla en inglés puso a un ideólogo socialista en la Casa Blanca. Su nombre es Barack Hussein Obama», entonó el ex congresista de Colorado Tom Tancredo, cuya campaña para la nominación a la presidencia se basó en una plataforma antiinmigración.

Propaganda anticomunista

Se refería a negros e hispanos, que en las elecciones tuvieron una participación récord. Con la etiqueta de socialista le colgaba la hoz y el tridente al mandatario demócrata en un país marcado por la propaganda anticomunista de la guerra fría. Tras hablar de la inmigración ilegal y «los patriotas de cocina» Tancredo copresidió una mesa sobre las «correlaciones entre el actual gobierno (de EE UU) y las dictaduras marxistas de Latinoamérica».

En Nashville no faltan locales que de facto prohíban la entrada a los negros, pero ser racista no es uno de los requisitos que ayer expuso la organización para los candidatos que busquen su apoyo. Lo indispensable es defender la responsabilidad fiscal, bajar los impuestos, invertir en seguridad nacional y ceder autonomía a los estados. El furor de este movimiento que ahora dice despreciar por igual a demócratas que a republicanos se alimenta del sentimiento antiObama y de la furia contra su multimillonario plan de reactivación económica.

Los demócratas se lo tomaron como una caricatura, incluso cuando convirtieron los coloquios ciudadanos en verdaderos infiernos. Hasta hace dos semanas, cuando pusieron a prueba su fuerza en la Massachusetts de Nueva Inglaterra y arrebataron el asiento del Senado de los Kennedy que el Partido Demócrata había defendido durante un siglo.

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