Los extranjeros colapsan Paulo Freire

El Correo, FRANCISCO GÓNGORA, 03-02-2010

Tatia Mumladze, de 26 años, es georgiana; Rami Lamsya, marroquí; Faisal Mehmood, pakistaní, igual que su amigo Ghulam Murtaza; y Abdelaid Abdalay y Abdou Cisse son mauritanos. Los seis son jóvenes y ninguno tiene trabajo en estos momentos. Unos llevan años en España, otros meses. Ayer consiguieron una papeleta que les da opción a matricularse en una de las 112 plazas que han quedado libres en los cursos de español del centro de Educación de Personas Adultas (EPA) Paulo Freire de Vitoria, en la calle Colegio San Prudencio. Para conseguir el papel, alguno como Tatia se presentó a las cinco de una gélida madrugada. Es más que un papel, es un eslabón más en una cadena de oportunidades. Tuvieron suerte. Los que llegaron después ni siquiera tendrán esa opción. Y fueron cientos.

A las 9 de la mañana se abrió el reparto de papeletas. En tres cuartos de hora y gracias a la presencia de la Policía Municipal que controló el orden de las filas todo se desarrolló con normalidad y sin avalanchas. Pero lo que muchos inmigrantes consideran una oportunidad para encontrar un trabajo o conseguir un informe positivo de los asistentes sociales de cara a una ayuda o al arraigo, para la dirección y el profesorado de la EPA es un verdadero quebranto.

«Estas colas son la punta del iceberg. Estamos completamente desbordados por la demanda. Atendemos a más de 1.300 alumnos extranjeros. Antes era sólo en clases de español, pero ahora ya es en la preparación para el graduado, en los ciclos formativos, en los cursos de acceso a la universidad, en las aulas de los pueblos y en la cárcel de Nanclares, en todo», aseguró el director de Paulo Freire, Patxi Viana.

«Inasumible»

El director de la EPA considera que este tipo de centros se habían diseñado para una determinada función y se han convertido en un gran arcón donde entra todo. «No sabemos de quién es la responsabilidad pero a nosotros nos ha tocado esta situación que es inasumible», añade. Por si fuera poco, ahora la EPA controla las pruebas libres de graduado y los programas de cualificación profesional inicial que suman más de 600 alumnos.

«Somos casi 90 profesores que tenemos que dedicar muchas horas a los cursos de castellano y no podemos atender otros cursos. Ni hay profesorado ni espacio para atender tanta demanda. Tenemos que decir no a mucha gente», se queja Viana.

Las clases de castellano se realizan en tres niveles, acogida, alfabetización y refuerzo, y tiene horarios de mañana, tarde y noche. Las avalanchas ya se produjeron especialmente a principios de curso en el mes de setiembre, pero la demanda de estos cursillos no cesa a lo largo del año escolar. «La presencia de extranjeros que quieren matricularse en algún curso es permanente», indica Viana, que señala a la grave situación económica que ha dejado en el paro a muchos extranjeros como el origen principal de la avalancha.

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