Controles no paran la trata de menores en zonas rurales

El Universo, 31-01-2010

Tania tiene 15 años de edad y está en segundo curso del colegio; hace dos años retornó de Colombia, en donde permaneció un año trabajando junto a una tía en la venta de ropa, por lo que le pagaban 1000 pesos diarios (50 centavos de dólar).

La joven recuerda los peligros a los que se enfrentó en el país del norte, especialmente porque estaba en el sur del país, una zona donde hay presencia de miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). “Había mucha guerrilla y mucha violencia”, dice la adolescente.

Reconoce que también hay maltrato a las personas que llegaban a trabajar a Colombia. “A mí no me maltrataron mucho, pero no me gustó; por esa razón decidí retornar e ingresar nuevamente al colegio”, afirma.

Tania no duda en aconsejar a las familias que impidan que sus hijos vayan a trabajar en otras tierras. “Que se conformen en donde están, pero no busquen salir del Ecuador”, reitera con convicción la menor.

Admite que sus padres estuvieron un poco de acuerdo con que se vaya. “Me decían que estaba bien, pero creo que no era así”, indica la joven, residente de la comuna Santiago de Quito. Allí el rector del colegio que lleva el nombre del poblado, Mario Guadalupe,  admite que le preocupa la trata de menores, en especial en el cantón Colta.

Indica que durante la época de Carnaval, la gente de Santiago de Quito que emigró a Colombia y Venezuela vuelve y se lleva a niños y adolescentes a trabajar allá, pero argumenta que “por el trabajo de las autoridades educativas, de los pobladores, del Instituto de la Niñez y la Familia (INFA), poco a poco se logra controlar este fenómeno”.

Guadalupe dice que anteriormente los mismos padres de familia llegaban al plantel a pedir permiso para que su hijo se ausentara un mes o un tiempo mayor para trabajar y así ayuden a la la familia.

“Por esta razón se han realizado tareas de concienciación para que se abstengan de enviar a sus vástagos porque esta acción es sancionada”, enfatiza la autoridad educativa.

Incluso mencionó que se realiza un seguimiento de las personas que retornan en estas fechas a la comunidad, para controlar que no se lleven a los menores. “Pero, si en algún momento se detecta esta irregularidad, el causante del delito es sometido a los castigos propios de la zona, como el baño en agua fría y ortiga”.

Casos aislados
El rector admite que hay casos aislados de menores que no están ni en la escuela ni en el colegio, y que igual salen de Santiago de Quito. Asimismo, señala que la gente que se llevaba a los menores sabe que en la zona se aplican castigos y hay controles, por eso buscan  otras comunidades donde hay menor control, agrega.

El director de la escuela fiscal mixta Paquisha, Ángel Guzmán, de la comunidad de Yanacocha, Colta, dice que hace dos años se comprobó la trata de menores en esta comunidad y zonas aledañas, aunque admite que el plantel cada año tiene menos estudiantes, pero que atribuye este problema a que los padres de familia emigran a otras partes del país y se llevan a los niños. La escuela tenía 150 estudiantes hace diez años, ahora apenas son 22.

Autoridades
Las autoridades y organizaciones de Chimborazo que trabajan con las familias de las comunidades indígenas conocen la problemática de la trata de niñas, niños y adolescentes.

“Este delito se incrementa durante la época de Carnaval, promovido por los indígenas que emigraron principalmente a Colombia y Venezuela, que vienen no solo para distraerse sino para “lograr su objetivo, que es llevarse a los chicos para explotarlos laboral, física e incluso sexualmente”, comenta Carmen Coronel, directora del Instituto de la Niñez y la Familia (INFA) de Chimborazo.

Explica que entre las causas que originan la trata se destacan los divorcios, el maltrato intrafamiliar, la migración e incluso la extrema pobreza. “Pero, más allá de eso, es un tema cultural, porque en las comunidades indígenas a los hijos se les hace trabajar desde edades tempranas, razón por la que el aporte de ellos para la familia es algo normal”, explica.

Sostiene que la trata es una negociación que hacen con niñas y niños personas sin escrúpulos que viven de esta actividad ilícita, razón por la que piden a los padres de familia que reaccionen porque envían a los infantes a cumplir con actividades ajenas a su edad. “Es preferible que el menor permanezca en familia, a pesar de la pobreza que hay en las comunidades”, dice la funcionaria.

Aunque aclara que durante todo el año se adoptan acciones en coordinación con instituciones gubernamentales y no gubernamentales para erradicar el negocio al que han estado acostumbradas algunas personas, principalmente con tareas de sensibilización con las familias involucradas en cada una de las comunidades.

“Los padres de familia se dejan sorprender al alquilar, vender o regalar a los niños, pensando que van a tener un mejor nivel de vida al ser llevados a otro país, pero la realidad es diferente y terrible”, enfatiza la directora del INFA.

Cuñas y radionovela
Aclara que otra de las acciones para controlar este fenómeno es la elaboración de cuñas radiales en español y quichua, para hacer conocer a la población lo que es la trata.

También se produjo la radionovela El viaje, que cuenta con diez capítulos y se transmiten en emisoras de la provincia. En el espacio se dan a conocer los problemas a los que se enfrentan quienes se involucran en la trata de personas.

Con el mismo objetivo se realizan trabajos de coordinación con las juntas parroquiales, tenencias políticas, Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), entre otras entidades.

Coronel destaca que entre las actividades está la sensibilización de las familias, para lo cual se busca insertar en el Carnaval de los jóvenes mensajes para que los niños sean vistos como prioridad. “Porque cuando en las comunidades tienen dinero es preferible comprar un terreno o un animal, que si bien les van a ayudar para vivir, no debería ser la primera alternativa y no le dan importancia a la salud o educación de los hijos”, puntualiza la funcionaria.

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