Demagogia

Ultramar

Canarias 7, Vicente Llorca, 30-01-2010

Hubo un tiempo de bienintencionados en que los políticos convinieron que la inmigración debía quedar fuera de las guerras electorales; pero, como la vida política es inestable e improvisada y como los políticos son siempre lo mismo, prometen puentes aunque no haya río, parafraseando a Nikita Jruschev, aquellos empeños quedaron pronto, muy pronto, en el olvido apenas detectaron la existencia de un movimiento antiemigración que podría dar algún rédito electoral. Y así, la demagogia se hizo carne y enfermaron de ella, porque parece que ¿muertas? las ideologías las masas electorales se guían por las pasiones, y más aún por las bajas. Toca, pues, aventarlas, porque, y ahí está el argumento definitivo, el asunto «está en la calle». Otra cosa es, como decía estos días Raúl del Pozo, que hasta la fecha todos vengamos al mundo sin papeles bajo el brazo o que los reyes nos hayan venido de Austria, Francia, Italia o Grecia; o que a todo responsable político se le demande un ejercicio de responsabilidad y cordura. Pero, ya saben, eso son otras cosas y no la lucha por la captación del voto.


En Vic se apuntaron a no empadronar a los sin papeles y todos bailaron la yenka al son de los proponentes. Como la cosa «está en la calle» y como quiera que hay un partido xenófobo que crece en adeptos qué mejor que asumir sus postulados. Tiempo habrá, cómo no, de recomponer los discursos; sin embargo, quedó claro la forma de andar de la perrita.


Rajoy ya había dicho que la Ley de Extranjería, aprobada en diciembre con amplios apoyos, debería reformarse para hacerla más exigente y Rubalcaba se lamentaba de que a pesar de haber endurecido notablemente la política sobre la inmigración irregular «hay quienes piensan que tenemos la manga muy ancha». ¡Y eso sí que no! Es decir, que si el público pide vileza, no se hable más, ¡marchando una buena ración de vileza!.


Y detrás de la inmigración, los cementerios nucleares, con los proatómicos desautorizando a sus alcaldes que pujan por hacerse con esa fuente de riqueza, porque es el Gobierno el que ha de tragarse el sapo, y los antinucleares gubernamentales desgañitándose desde los despachos en pro de las bondades de esos «almacenes temporales centralizados» (ATC). ¡Toma eufemismo!


Por no hablar de la cadena perpetua, también «en la calle», a cuenta del triste aniversario de la desaparición de Marta del Castillo y de la coincidencia en el tiempo de una nueva andanada de el Rafita, partícipe en la muerte de Sandra Palo.


Y lo que te rondaré con la prórroga en la edad de jubilación.


En medio, la crisis económica que nos ahoga y que obliga, al decir de los más reputados expertos, a aunar voluntades para salir de ella. Un pacto de Estado, otros pactos de La Moncloa, unidad, en suma. Ni así.


Ya lo decía esta semana en la tribuna de CANARIAS7 Luis de Guindos: «Soy pesimista respecto a que se tomen las medidas que se requieren. Las elecciones están cerca».


¡Se busca antídoto contra la demagogia!

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