Sin papeles, juguetes rotos

Diario de noticias de Alava, 28-01-2010

Parece que llevan allí mucho tiempo, deambulando sin nada que hacer, ocupando el espacio vital de los nativos y haciendo gastar sus impuestos en un juego de caridad absurda. Entonces, ¿qué hacen aún entre nosotros? ¿Por qué motivo no regresan? La respuesta es más bien sencilla, constituyen o han constituido una fuente de empleo flotante, desprotegido y barato al que vino bien recurrir en su momento, porque cuando han estado beneficiando a los de casa, a economías locales y regionales, todo era cosmopolitismo e integración.

Ahora la baraja se ha roto, ya no hay trabajo, ya no hay necesidad, así que ha llegado la hora de cambiar nuestros pechos henchidos de hermosos valores globales por caras largas y amenazadoras; en definitiva, vuelven los tiempos confusos en los que toca tratar a una persona como un objeto. Forman parte de ese heterogéneo grupo que podríamos denominar como los hijos no deseados del crecimiento económico, un puñado de vidas rotas que pusimos a nuestro servicio por la puerta de atrás, creando el genuino y auténtico efecto llamada mediante la inclusión más o menos generalizada de trabajadores fantasma, en aquella lustrosa economía.

Vienen a probar el tipo de suerte que parece abolida en sus países de origen, con un cartel en sus caras que dice usar y tirar, al tiempo que la Administración trata de controlar al máximo su llegada, tal y como lo indican las últimas cifras aportadas por el Gobierno, pero a pesar de ello, un esquema tan aparentemente simple ha tenido fisuras y éstas han durado demasiado.

La polémica ahora se centra en Vic, al tiempo que algunos políticos comienzan a hacer piña con esta nueva fiebre del repudio, complicando la resolución de un problema que a nadie le gustaría vivir en su propia localidad, la solidaridad es un valor que tiende a devaluarse cuanto más cerca percibimos su ausencia. Pero nada de todo esto debe apartarnos del hecho primordial: ¿nunca nadie ha empleado a un sin papeles a sabiendas? ¿Nunca hemos sacado provecho de su necesidad e ignorancia para optimizar nuestros beneficios?

Somos capaces de pelearnos por el aborto, pero una vez que el individuo está en este mundo a nadie se le estigmatiza por explotarlo, del mismo modo, podemos vociferar contra el voraz capitalismo que planea implantar el despido libre, mientras un número indeterminado de trabajadores indocumentados ya disfrutan de un mundo sin derechos en el más estricto silencio. Por favor, hagamos justicia no limpia.

Jaime Aznar Auzmendi

Militante socialista

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)