Clandestinos

La Razón, 27-01-2010

Algunos de nuestros políticos actúan como los niños pequeños, que cuando algo no les gusta o les da miedo se esconden bajo una sabana, con la esperanza que, al no verlo, desaparezca.
Entre otras cosas, eso lo que le ha ocurrido al alcalde de Vic a cuenta del empadronamiento de las personas, que llegan a su municipio sin haber cumplimentado todos los trámites legales. ¡Ha actuado como si al no empadronarlas, desaparecieran!
Pues no, ni desaparecen y además la situación se complica todavía más.
Si la primera condición,  – aunque no la única–, para resolver un problema es conocerlo, con esa desacertada, ilegal i antisocial medida lo único que conseguía era clandestinizarlas y incapacitarse para solucionarlo.
En lugar de liarse con el padrón hubiera debido darle continuidad a la labor de su antecesor en la Alcaldía, el también democratacristiano Jacint Codina.
Una persona que gestionó correctamente la importante llegada e inserción social de una población inmigrante atraída por la oferta laboral de la comarca.
Y lo hizo con habilidad, discreción y paciencia, sin tanta insolvencia jurídica y con más humanismo cristiano. Haciendo de Vic un modelo de escuela y ciudad integradora.
Ahora ha perdido su sábana protectora, pues el Gobierno le ha informado que la ley aprobada en su día por el Gobierno del PP no le permitía hacer lo que quería, pero lejos de rectificar, y alentado por dirigentes de CiU, él continúa gesticulando.
Y todo para disputarle unos votos a los xenófobos.

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