Padrón y terremoto

ABC, JORGE TRIAS SAGNIER, 24-01-2010

A mi me produce sonrojo la actitud de algunos cargos populares y demócrata cristianos frente al debate planteado por el tema del empadronamiento. Como se sabe, es necesario para que los sin papeles puedan disfrutar prestaciones sociales. Se alega que el Estado no ofrece medios para que los ayuntamientos cumplan con su labor y que la saturación empobrece la calidad del servicio. Pero cuando la bonanza económica nadie se paraba a preguntarse sobre la situación de los sin papeles pues eran útiles para el funcionamiento de la entonces pujante construcción.

Es probable, por no decir seguro, que estas mismas personas tan reticentes con la solidaridad cercana se hayan volcado en la ayuda a los afectados por la catástrofe haitiana. Me parece muy bien y estimables los euros con los que hayan contribuido. Pero me duele que aquellos que hacen de la bandera del cristianismo – el alcalde de Vic, por ejemplo – una enseña de acción política sean quienes inicien una política teñida de racismo. Y que algunos populares sigan esa estela me parece, sencillamente, deplorable. La solidaridad, o la caridad si se prefiere, no pueden ejercerse de forma esquizofrénica pues entonces se convierte, sólo, en una herramienta de captación de votos.

En España somos muy propensos a la solidaridad nerviosa, esa que se ejerce por impulsos ante una catástrofe; pero luego hay otra, callada, paciente, eficaz y diaria, que es la que suelen practicar asociaciones como Cáritas, y que afecta a las personas más próximas, a esos desconocidos, a los que se refería ayer Jesús Higueras, con los que nos cruzamos por la calle y que vinieron con nosotros porque necesitábamos su fuerza de trabajo. Es cierto que el paro es muy preocupante, pero estos alcaldes serían más convincentes centrando sus críticas en la reforma laboral, verdadero talón de Aquiles de nuestra economía, que lanzando ideas demagógicas y, además, ilegales.

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