EDITORIAL: 'Vic, una vía contra la exclusión social'

El Periodico, 24-01-2010

La decisión del Ayuntamiento de Vic de dar marcha atrás y empadronar a los residentes extranjeros, de acuerdo con la norma que rige en todos los municipios –presentación de un pasaporte y de algún papel que acredite la residencia–, reiterada por el Gobierno, no debe alimentar falsas interpretaciones y poner a la corporación en la picota. El equipo de gobierno de Josep Maria Vila d’Abadal (CiU) cometió un notable error de apreciación al considerar la posibilidad de dar un trato especial a los sin papeles o negarles la inscripción en el padrón. Pero su desliz no ha sido el único.
El presidente del Gobierno reaccionó de forma extemporánea al criticar al Ayuntamiento de Vic por los propósitos que abrigaba. Basta con recordar la muy extendida práctica de enviar a los inmigrantes sin papeles a municipios donde los sistemas de acogida están muy afinados –Vic, por ejemplo– para concluir que Rodriguez Zapatero se excedió. Porque el sistema oficiosamente aceptado de repartir a los sin papepeles para diluir el problema no es más que una forma de diferir a otros las dificultades inherentes a todo mecanismo de control y acogida de inmigrantes. Pero Rodríguez Zapatero prefirió pasarlas por alto y eludir las dificultades de encaje de la ley de extranjería con los requisitos administrativos del empadronamiento.
Tampoco han sido muy atinadas algunas de las expresiones que han encontrado cobijo en los medios informativos: delación, xenofobia, racismo, etcétera. El recurso a un léxico ajeno a la realidad del municipio, incluso a los objetivos de quienes están al frente de él, deformó el fondo del asunto. Y este resulta por demás incómodo para todo el mundo: el variado catálogo de problemas que plantea todo fenómeno migratorio masivo.
Lo cierto es que Vic ha puesto en marcha desde hace tiempo iniciativas encaminadas a evitar la formación de guetos y la exclusión social. Seguramente, no todo funciona con la fluidez deseable, pero en Vic no se han registrado, por fortuna, situaciones similares a las que han zarandeado la convivencia en otros lugares con igual o mayor experiencia en las condiciones de acogida de las que puedan tener las autoridades de Vic. Unas autoridades que, no se olvide, administran una comunidad con una reconocida tradición conservadora y que, sin embargo, no ha tenido que hacer frente a ninguna situación insalvable de fractura social.

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