«Nunca podré olvidar la imagen de mi país destruido»

El Correo, MARÍA ÁNGELES CRESPO, 24-01-2010

La tragedia de Haití, el más pobre de los países americanos, está sacudiendo las conciencias y la constante visión de la devastación está dejando imágenes que tardarán en alejarse de las retinas. Y si han quedado grabadas en quienes observan desde la distancia no es difícil imaginar que para los haitianos emigrantes la situación es mucho más dolorosa. Eso es los que le ocurre a Clossete Jean que vive desde hace un año en Miranda con su marido, español, y su hija Dina.

- Han pasado ya algunos días pero el sentimiento no cambia.

- Imposible, yo no me puedo creer lo que ha pasado, voy a tener que ir allí para verlo, es lo que quiero hacer y creo que podré viajar el día 1 de febrero. Llevaré a mi hija pero la dejaré en la República Dominicana porque no quiero que se le quede para siempre grabada una imagen que supongo que será terrible.

- Aun así usted quiere ir

- Tengo que ir porque aunque sé que nunca podré olvidar la imagen de mi país totalmente destruido, que ya lo he visto en la televisión, necesito notarlo y sentirlo, aunque vaya a ser muy duro.

- Y más aún Clossete, si tenemos en cuenta que usted ha perdido a mucho familiares con este terremoto.

- Sí, es cierto. Han muerto mi abuelo y mi abuela, a la que más quería en este mundo, tres tíos, tres tíos y también un primo. Además tenemos otros familiares que nadie sabe donde están. Y hay más, pues mi madre sé que está herida pero no tengo ni idea de si es grave o no lo que tiene. Sabemos algunas cosas pero muy pocas y es muy triste que esto haya pasado. Yo no entiendo por qué…

- Y es en esa falta absoluta de respuestas en la que se encuentra esta joven mujer haitiana que saca fuerzas de flaqueza para continuar aunque sea prácticamente sin dormir ¿no?

- No me viene el sueño, me cuesta comer y me cuesta dormir porque no puedo dejar de pensar en toda mi familia y en toda mi gente que sigue sin tener nada.

- Ahora menos que antes

- Eso es, porque Haití siempre ha sido un país muy muy pobre. Por desgracia muchos no sabrían ni siquiera encontrarlo en un mapa y, ahora todos están oyendo hablar de él y se están dando cuenta de que la situación es muy difícil. Los políticos siempre peleándose, la gente con poco dinero y ahora esto. La verdad es que a los que tienen mucho pocas veces les pasan cosas tan malas, pero a nosotros todas. Antes llegaron los huracanes y ahora esto que va a hundir todavía más a la gente en mi país.

No sólo en Puerto Príncipe

- Clossete que vive pegada al televisor para ver si en alguna de las imágenes puede reconocer a alguien de los suyos, tiene pocas esperanzas porque el foco de atención está centrado casi de modo exclusivo en Puerto Príncipe, la capital, pero ¿no sólo es esa ciudad la que se ha destruido?

- No, la situación es igual en todo el país, bueno, en otros lugares casi peor porque con el paso de los días la ayuda, poca o mucha, está llegando a la capital, pero nadie tiene casi nada en otros lugares. Mi familia, por ejemplo no vivía en Puerto Príncipe, yo soy de una ciudad que era muy turística, Jacme, y, por lo poco que sé a través de un primo mío que está en Estados Unidos todo está destruido; la tierra se ha abierto y los edificios han quedado debajo. Hay muchos muertos y muy pocas posibilidades de que a quienes viven allí les llegue alguna ayuda.

- Es lógico pensar que eso le resulta más doloroso aún.

- Por supuesto porque todos sabemos que va a ser casi imposible que el resto de países se acuerden. También es verdad que Haití antes del terremoto estaba muy mal porque no hay buenas carreteras ni nada y así es difícil que los que quieren ayudar y que son muchos puedan hacer cosas. De todos modos yo sigo teniendo esperanzas porque mi país, como todos, merece tener un futuro.

- En ese sentido, ¿que cree que pasará cuando en las televisiones, las radios y los periódicos deje de hablarse de Haití?

- Pues lo que ya pasaba antes, que a casi nadie le sonaba; la mayoría de la gente acabará olvidándose. Yo creo que tendrían que ser los países los que siguieran acordándose de que allí la gente lo poco que tiene sólo puede usarlo para comprar algo de comer, y no todos los días. Haití necesita ayuda urgente ahora mismo, pero sería bueno que nadie se olvidara de que existe en el futuro. Yo eso es lo que temo y en Haití hay mucha gente joven, muchos niños que, como todos, merecen tener oportunidades.

- Y ¿cómo se puede echar una mano desde aquí?

- Pues a través de todas esas organizaciones que siempre llegan a los sitios donde se producen desastres tan grandes como el que acaba de ocurrir allí, porque ellos saben mejor que nadie qué es lo que las personas pueden necesitar en cada momento. Yo creo que a ellos tenemos que agradecerles, de verdad, el trabajo que hacen porque si no la situación sería todavía mucho peor para esa gente que se ha quedado sin nada de nada.

- Clossete está inquieta ante su inminente viaje de regreso a Haití ; y también triste porque nunca pensó que no podría despedirse de los suyos.

- Eso es lo peor de todo. Sabes que la gente que quieres se tiene que morir, pero nunca piensas que será de esta manera, que no podrás decirles adiós. Además para mí y para todos los haitianos lo que está resultando más horrible es no poder dar un entierro a nuestra gente. Tal y como ha quedado todo, lo estáis viendo, los muertos se quedan donde estaban, debajo de edificios o, como mucho en fosas comunes. No saber nada de ellos va a ser también muy complicado de superar. De todos modos lo entiendo porque no puede ir gente a recuperar a los muertos y poner su vida en peligro, no merece la pena.

- Pese a todo se le ve con fuerzas

- Hay que tenerla. Yo ahora aquí estoy bien y lo que quiero es volver para ver como está mi madre y el resto de la familia que me queda y ayudarles en lo que pueda. No sé muy bien como lo soportaré allí, cuando de verdad lo vea todo destruido y arrasado pero tengo que hacerlo.

Y en ello piensa mientras se desahoga contando su personal experiencia. Sigue sin encontrar razones y se pregunta una y otra vez por qué las tragedias caen siempre del mismo lado.

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