Philippe Nourry, autor de ´La novela de Madrid´; prepara una historia de España

"Muchos franceses temen un Argelia-Francia en el Mundial"

Tengo los años que dan distancia al historiador para ponderar el juicio. Nací en París y vivo en el Barrio Latino. Casado por segunda vez hace más de treinta años. Soy un católico cultural y un moderado extremista que detesta todo dogmatismo y desconfía de las ideologías

La Vanguardia, , 21-01-2010

LLUÍS AMIGUET
Cómo ven en Francia a la España plural?

Desde las antípodas históricas, porque si España tiene problemas territoriales muy concretos, “Francia – creo que dijo Julien Benda-es una revancha de lo abstracto sobre lo concreto”.

¿En qué sentido?

Los revolucionarios jacobinos franceses quisieron sustituir la religión, el calendario y también la diversidad cultural francesa en todas sus concreciones territoriales por una sola idea abstracta de nación.

¿Y lo consiguieron?

Porque reforzaron un ideal centralista ya existente hasta el extremo de que los jacobinos más exaltados defendieron una Francia dividida en cuadrados; divisiones departamentales perfectamente cuadradas…

Como idea no es redonda.

… trazadas en un despacho en París. Esas extravagancias fueron luego moduladas por dos monarquías, dos imperios y una Tercera República moderada, y con los años aquellos departamentos, ya reconciliados con la geografía, acabaron por alumbrar un patriotismo departamental hoy auténtico y hasta poético.

¿Qué pesa más hoy, la idea uniforme de Francia o su realidad concreta y diversa?

A Francia le queda algo de lo abstracto en su definición de ciudadanía francesa como la voluntad permanente de cada uno de vivir en el conjunto nacional.

¡El contrato social de Rousseau!

El modo en que se adquiere la nacionalidad no es muy diferente del de otros países, pero parte de la idea de que ser ciudadano francés no es pertenecer de derecho, como en Alemania, a una comunidad de sangre, sino adherirse a esa comunidad y a sus valores por deseo propio. Renan decía que la nacionalidad francesa era un plebiscito permanente de cada individuo.

La patria es elección: no un destino.

Ese contrato está ahora en el corazón del debate identitario – en realidad, forzado por la inmigración-que propone el presidente Sarkozy, pero no veo claro en qué desembocará. No se puede forzar a nadie: ser francés es un sentimiento y no unos papeles.

¿Y los inmigrantes quieren firmar ese contrato social con la nación francesa?

Ese es el problema. Hasta ahora las inmigraciones italianas, rusas, polacas, españolas querían integrarse: ser franceses.

¿Y los nuevos inmigrantes no?

Me temo que no todos los inmigrantes magrebíes y africanos que tienen pasaporte francés están seguros de querer integrarse.

¿Cómo se manifiesta ese rechazo?

Abuchean La Marsellesa en el fútbol y enarbolan banderas argelinas en la calle, hasta el punto de que muchos franceses han temido un Francia-Argelia en el Mundial.

¿Por qué boicotean La Marsellesa?

Porque albergan un sentimiento más o menos legítimo de exclusión por su marginación en suburbios, donde son mayoría.

¿Qué dicen los franceses de siempre?

Los círculos político-intelectuales progresistas proclaman con tanta insistencia una Francia nueva Black Blanc Beur (los norteafricanos) que han acabado por molestar a muchos ciudadanos que, sin sentirse de estirpe gala, disienten de lo “políticamente correcto” que impera en esos círculos.

Muchos egos revueltos.

Y mientras, un presidente socialista de región declara – sin mucho tacto-que hay demasiados blacks en la selección nacional de fútbol y su partido se pone histérico y quiere echarlo. Pero hay que ser realista…

¿Cómo?

Francia ha cambiado y en esa inmigración hay ejemplos de asimilación y éxito profesional: entre ellos, ministras.

¿Teme París el contagio nacionalista en los departamentos catalanes y vascos?

No, porque no existe allí demanda nacionalista. El problema de la regionalización francesa es que se solapen administraciones para contentar a todos y se multipliquen así los funcionarios y el gasto público.

¿Teme que España se rompa?

Pese a las tensiones territoriales, la monarquía es la clave de bóveda que mantiene y – creo-mantendrá el edificio institucional.

¿Cuál es hoy el mal francés?

El Estado siempre ha favorecido tendencias dirigistas y burocráticas, con buenos y malos resultados, y ahora resurgen en departamentos y regiones. Las élites administrativas están bien formadas, pero con espíritu de casta y omnipresentes. Y tenemos sindicatos poco representativos y politizados.

En Francia siempre hay alguna huelga.

Y cuando un gobierno reforma – jubilación, universidad o privilegios de todo tipo-encuentra resistencias corporativistas que chocan con el interés colectivo. En el fondo, el problema es que adoramos lo abstracto.

De nuevo, enamorados de las ideas.

Nos encanta racionalizar e intelectualizar en vez de afrontar la realidad desde lo concreto con pragmatismo y sin politiquería. Y discutimos de modo pavloviano, maquinal, arrastrados por prejuicios ideológicos.

¿Sarkozy no es un poco espasmódico?

Tal vez lo sea o pueda parecerlo. Apenas electo, emprendió muchas reformas imprescindibles a la vez, porque, de haberlas iniciado de una en una, las resistencias hubieran aumentado al concentrarse también. La crisis no le ha favorecido, pero creo que, después de todo y visto lo visto, Sarko tiene lo que hay que tener.

“Muchos franceses temen un Argelia-Francia en el Mundial”

Que vivan pero lejos

No entiendo por qué las mismas personas que lloran al ver en la tele a los niños de Haití bajo los escombros, y hacen cola después en el banco para enviarles dinero, si tuvieran aquí a esos mismos niños se negarían a admitirlos en el hospital, porque esa es la primera consecuencia de negarse a empadronarlos. Nourry – moderado y cortés-tampoco entiende cómo el precioso don de la nacionalidad francesa es rechazado por algunos inmigrantes africanos, quienes, a su vez, abuchean La Marsellesa porque no entienden por qué siendo ciudadanos franceses siguen siendo marginados. Habrá que pagar al final el precio de ceder y entenderse, porque no ceder y no entenderse sale mucho más caro.

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