Niños peligrosos

Grupos de menores que rondan por Ciutat Vella inhalando cola industrial reactivan las viejas alertas Las fuerzas de seguridad creen que son unos 15 o 20 y que algunos provienen de centros oficiales de acogida

La Vanguardia, , 20-01-2010

ENRIQUE FIGUEREDO – Barcelona
Los grupos de menores magrebíes en situación de riesgo social, que en otro tiempo supusieron un problema público que forzó a las administraciones a grandes acuerdos, vuelven a dejarse ver por la zona de Ciutat Vella. Son principalmente adolescentes marroquíes y argelinos que a menudo distorsionan su realidad inhalando cola de carpintero hasta que sus ojos se inyectan en sangre. Acaban frecuentando el delito en forma de violento tirón de bolso. Hay quienes dicen que no se habían marchado nunca, pero el nivel de alerta actualmente es mayor. La Guardia Urbana está destinando en el distrito mayores esfuerzos para intentar controlar este fenómeno.

Desde la Administración, quienes conocen lo que se mueve en las calles de Ciutat Vella no acaban de ver claro cómo se ha producido este rebrote. Está contrastado, por un lado, que parte de estos menores proceden de centros de acogida como el Vilana, situado en el barrio del Peu del Funicular, que en los periodos de paseo u horas libres acuden al centro de la ciudad gracias al Ferrocarrils de la Generalitat, que tienen tan cerca. Y aunque hace varias semanas hubo una fuga numerosa, que obligó a las fuerzas de seguridad a un esfuerzo de localización y de retorno al centro, hay otros menores en la misma situación que no están bajo el paraguas de este tipo de centros.

Policías y otros espectadores a pie de calle, comerciantes por ejemplo, saben distinguirlos perfectamente. Su indumentaria es muy deportiva. En ocasiones, sus atuendos se acercan a la estética, por decirlo así, rapera. No se trata de un único grupo, pero las fuerzas de seguridad tienen sobre unos 15 o 20 menores bien identificados. Su presencia se empieza a dejar sentir cuando el sol va cayendo, aunque en ocasiones es fácil verlos por algunas calles del Raval. El punto de partida de algunos de estos menores es ese círculo polimórfico de grupos urbanos que es el interior de la plaza Catalunya. Se sitúan en su parte interior y allí inician su periplo. Es el punto de reunión. Algunos de ellos, consumidores de hachís o de cola industrial, acaban deslizándose Rambla abajo. Cometen entonces tropelías como molestar a los viandantes o adentrarse en el mundo del delito cuando, por ejemplo, roban bolsos. “Además, se han vuelto más agresivos, actúan en manada y pueden ser violentos”, comenta una fuente policial. Además de las sustancias que puedan estar afectando a su carácter, según diversos testigos recogidos por este diario, algunos de estos chicos han crecido inmersos en esta situación. “Algunos llevan tanto tiempo que los he visto crecer”, señala la dependienta de un comercio de la calle Hospital, que lleva trabajando 10 años en un mismo comercio de esa calle.

En ámbitos policiales se conoce, al menos, un caso reciente en el que estos menores han utilizado un líquido abrasivo contra una de sus víctimas para poder robarle. Como consecuencia de esta acción, el afectado tuvo que acabar en el hospital. Se trata, sin embargo, de un hecho sin antecedentes recientes conocidos. Pese a ello, esa referida agresividad se pone de manifiesto también ante cualquier contacto con las fuerzas de seguridad. Se muestran rebeldes y hostiles con los agentes que los abordan en la calle para identificarlos o para proceder contra ellos si es que han cometido algún delito o falta, cosa que no es infrecuente. Sin embargo, la legislación sobre menores no concede a la Administración un margen muy amplio para actuar, siempre que no se hable de un delito grave, que podría llevarles a un centro de internamiento y no de acogida como es, por ejemplo, el Vilana. Al final, los que están tutelados por la Generalitat volverán al centro para ser sometidos a su régimen interior y los que estén al cargo de adultos podrían acabar finalmente en algún centro de acogida si se demuestra que quienes deben velar por ellos son negligentes por incapacidad o falta de recursos. Se trata de un círculo sin final.

“A veces entran y se pasean por la tienda, otras se quedan fuera y observan la caja registradora. Son grupitos de chicos de entre 14 y 16 años”, explica una empleada de un comercio de mediana superficie del Raval. “Estos días de frío se están poniendo en ese trocito donde toca el sol”, añade señalando un triángulo luminoso que se clava en la acera de enfrente por efecto de los rayos solares pasando entre dos edificios del abigarrado Raval. Algo por encima de esa isleta imaginaria, en un balcón, se ve una de las ya populares pancartas de “Volem un barri digne”.

Otro comerciante de la calle Hospital, que prefiere que no se especifique el ramo al que pertenece para no ser identificado, explica que en su tienda estos menores no entran, pero los ve por la calle continuamente. De hecho, se habla que en varios puntos colindantes, como las proximidades de la Escola Massana o adentrándose por la calle Egipcíaques, se ve a los menores inhalando cola con cierta asiduidad. “Estos chicos, estos que van como vestidos de raperos, no paran – dice el tendero-,principalmente se dedican a los tirones de bolso”. “Mucho tirón”, subraya.

Las fuerzas de seguridad que operan en el barrio tienen también informes que señalan que los fines de semana estos menores de la calle prolongan mucho más su horario y puede incluso vérseles a altas horas de la madruga rondando. En ocasiones se confunden con usuarios de salas nocturnas o discotecas siguiendo la marcha nocturna o volviendo a casa. Son personas que pueden acabar siendo víctimas de estos adolescentes. La plaza Folch i Torres es otro punto de reunión de estos adolescentes, según fuentes policiales. Se reúnen en ese punto cercano a la confluencia de la calle Aldana con la ronda Sant Pau bien entrada la noche y los fines de semana. A veces están a sus asuntos, pero en otras ocasiones o bien protagonizan cierto alboroto o llegan a cometer algún ilícito. A esas horas las sustancias que puedan llegar a consumir ya se han apoderado de ellos y son más imprevisibles.

Tanto los Mossos d´Esquadra como la Guardia Urbana conocen el problema. La policía local barcelonesa del distrito de Ciutat Vella está trabajando este asunto que para los expertos siempre ha tenido una solución tremendamente compleja.

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