Hemos tenido mucho gusto

Diario Sur, MANUEL ALCÁNTARA, 15-01-2010

Les acogimos con los brazos abiertos en la época en la que nuestras manos entraban y salían, casi indemnes, de los bolsillos. Los inmigrantes contribuyeron mucho a divulgar la fama de que España era la más hospitalaria de las naciones europeas: aquí era bien acogido todo el mundo, a condición de que viniera con un tomavistas o con una tartera. Nuestros huéspedes favoritos tenían que llegar en trasatlánticos o en pateras. Necesitábamos por igual a esos dos tipos de clientes. Ahora las cosas han variado bruscamente: los visitantes ricos escasean y a los pobres urge echarlos. Nada menos que 250.000 inmigrantes se han quedado en paro en los tres últimos meses y si se juntan con los nativos pueden formar un verdadero atasco ante las oficinas del Inem. Lo mejor que pueden hacer es irse con la música y el sudor a otra parte. Aquí ya no hacen falta, sino sobran, pero sería una elemental norma de cortesía mostrarles nuestra gratitud por los servicios prestados.

Al parecer, eso de decirles que hemos tenido mucho gusto en conocerles y en explotarles de acuerdo con nuestras leyes es algo que hemos delegado en los viñedos, en los cultivos bajo plásticos infernales y en las cocinas. Está demostrado que la inmensa mayoría de nuestros inmigrantes ofrecen una gran resistencia al calor. Aguantan lo suyo y lo nuestro a grandes temperaturas y además no sólo sudan poco, sino que ganan poco. La crisis ha devaluado ambas admirables condiciones laborales, ya que empieza a haber muchas competencia con los nativos y para probar nuestro patriotismo preferimos que nos limpie el suelo patrio una chica del pueblo antes que una ecuatoriana. Lo que demuestra que seguimos siendo unos patriotas de mucho cuidado, de esos que no quieren a nadie en concreto, pero que profesan un gran amor al territorio.

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